domingo, 19 de marzo de 2017

Oración cristológica del Pseudo Agustín.


Oración de la cuarta etapa (tercera semana).
Oración cristológica del Pseudo Agustín.

Introducción
TVD 230 (pg.182)
“Dedicarán la tercera semana a conocer a Jesucristo. Para ello podrán leer y meditar lo que arriba hemos dicho (TVD229) y rezar la oración de San Agustín […]”

En su cuaderno de notas, San Luis María Grignon de Monfort refiere en latín esta preciosa oración que un autor desconocido ha sacado de distintas obras, algunas de las cuales son de San Agustín, mientras que otras, antes se atribuían erróneamente a este santo, pero después se ha constatado que pertenecen a autores desconocidos.

TVD 67 (pgs. 56-57)
Para alcanzar de tu misericordia una verdadera devoción hacia tu Santísima Madre y difundir esta devoción por toda la tierra, concédeme amarte ardientemente y acepta para ello la súplica inflamada que te dirijo con san Agustín y tus verdaderos amigos:

ORACIÓN
“Tú eres, oh Cristo,
mi Padre santo,
mi Dios misericordioso,
mi rey poderoso,
mi buen pastor,
mi único maestro,
mi mejor ayuda,
mi amado hermosísimo,
mi pan vivo,
mi sacerdote por la eternidad,
mi guía hacia la patria,
mi luz verdadera,
mi dulzura santa,
mi camino recto,
mi Sabiduría preclara,
mi humilde simplicidad,
mi concordia pacífica,
mi protección total,
mi rica heredad,
mi salvación eterna...

¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo!
¿Por qué habré deseado durante la vida
algo fuera de ti, mi Jesús y mi Dios?

¿Dónde me hallaba
cuando no pensaba en ti?

Anhelos todos de mi corazón,
inflámense y desbórdense desde ahora
hacia el Señor Jesús;
corran, que mucho se han retrasado,
apresúrense hacia la meta,
busquen a quien buscan.

¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te ame!
¡Rebose de amargura quien no te quiera!

¡Dulce Jesús!
que todo buen corazón
dispuesto a la alabanza,
te ame, se deleite en ti,
se admire ante ti!

¡Dios de mi corazón!
¡Herencia mía, Cristo Jesús!
¡Desfallezca el latir de mi corazón!
Vive, Señor, en mí;
enciéndase en mi pecho
la viva llama de tu amor,
acrézcase en incendio;
arda siempre en el altar de mi corazón,
queme en mis entrañas,
incendie lo íntimo de mi alma,
y que en el día de mi muerte
comparezca yo del todo perfecto
en tu presencia.
Amén”


He querido transcribir esta maravillosa plegaria de san Agustín para que, repitiéndola todos los días, pidas el amor de Jesucristo, ese amor que estamos buscando por medio de la excelsa María.

No hay comentarios:

Publicar un comentario