domingo, 19 de marzo de 2017

Día 25.

Día 25.Vigésimo quinto día de la Consagración.
Etapa 4/4:
Seis días para conocer
a Jesucristo
1/6 días

“Emplearán la tercera semana en conocer a Jesucristo. Pondrán repetir centenares de veces al día:  
¡Señor, que yo te conozca!
O bien;
Señor, que yo vea quien eres!

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pgs. 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (pg. 289)
-Letanías del Nombre de Jesús (novedad)
2. Evangelio:
-Jesús resucita al hijo de la viuda de Naím (Lc. 7, 11-17)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
-TVD 230; 243-248
4. Jaculatoria:
       - “Completo en mi carne lo que le falta a los sufrimientos de Cristo, para bien de su cuerpo que es la Iglesia” (Col. 1,24)
5. Propuesta final de una breve letanía (opcional)

ORACIONES:
Sugerencia: se puede repartir las oraciones a lo largo del día, para evitar distracciones o tedio.

Señor,       ten piedad       Señor,       ten piedad.
Cristo,       ten piedad       Cristo,       ten piedad.
Señor,       ten piedad       Señor,      ten piedad.

Cristo,       óyenos              Cristo,       óyenos.
Cristo,       escúchanos       Cristo,     escúchanos.

Dios Padre Celestial,       Ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,       Ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios,       Ten misericordia de nosotros.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo,
ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación,
planeando sobre las aguas, las fecundaste,
ten piedad de nosotros.
Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas,
ten piedad de nosotros.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que das testimonio de Cristo,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que sobreviniste sobre María, 
ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de Dios que habita en nosotros,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento, 
ten piedad de nosotros    
Espíritu de consejo y de fortaleza,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de ciencia y de piedad,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de temor del Señor,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia y de misericordia, 
ten piedad de nosotros.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de humildad y de castidad,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de multiforme gracia, 
ten piedad de nosotros.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
ten piedad de nosotros.
Espíritu en el cual renacemos,
ten piedad de nosotros.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,
ten piedad de nosotros.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que apareciste en lenguas de fuego sobre los apóstoles,
ten piedad de nosotros.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos,
ten piedad de nosotros.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
ten piedad de nosotros.

Muéstrate propicio,       perdónanos, Señor.
Muéstrate propicio,       escúchanos, Señor.

De todo mal,      
líbranos, Señor.
De todo pecado,
líbranos, Señor.
De tentaciones e insidias del demonio,      
líbranos, Señor.
De la presunción y desesperación,      
líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida,
líbranos, Señor.
De la obstinación y de la impenitencia,      
líbranos, Señor.
De la impureza de la mente y del cuerpo,      
líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación,      
líbranos, Señor.
De todo espíritu del mal,             
líbranos, Señor.

Por Tu eterna procesión del Padre y del Hijo.
Te rogamos óyenos.
Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán.
Te rogamos óyenos.
Por Tu advenimiento sobre los discípulos.
Te rogamos óyenos.
En el día del juicio, nosotros pecadores.
Te rogamos óyenos.

Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él
Te rogamos óyenos.
Para que reacordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos
Te rogamos óyenos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne
Te rogamos óyenos.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne.
Te rogamos óyenos.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios,
Te rogamos óyenos.
Para que seamos solícitos en guardar la  unidad del Espíritu en el vínculo de la paz
Te rogamos óyenos.
Para que no creamos a todo espíritu
Te rogamos óyenos.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios. 
Te rogamos óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud
Te rogamos óyenos.
Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano
Te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,             
perdónanos,  Señor. 
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.  
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.

Ave Maris Stella
Salve Estrella del mar,
Santa Madre de Dios
y siempre Virgen,
feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido
el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos,
aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre:
reciba nuestras súplicas
por medio de Ti,
Aquél que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.

¡Oh, Virgen incomparable!
¡Amable como ninguna!
Haz que,
libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro;
para que viendo a Jesús,
nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza
a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano
y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén.

Letanías del dulce nombre de Jesús.
"No hay otro Nombre bajo el cielo, concedido a los hombres que pueda salvarnos". Hch. 4,12

Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
       Señor, ten piedad de nosotros.

Jesús, óyenos. Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos. Jesús, escúchanos.

Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. 
Santísima Trinidad un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Jesús, resplandor del Padre, ten piedad de nosotros.
Jesús, candor de la luz eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, rey de la gloria, ten piedad de nosotros.
Jesús, sol de justicia, ten piedad de nosotros.
Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Jesús, amable, ten piedad de nosotros.
Jesús, admirable, ten piedad de nosotros.

Jesús, Dios fuerte, ten piedad de nosotros.
Jesús, Padre del siglo futuro, ten piedad de nosotros.
Jesús, ángel del gran consejo, ten piedad de nosotros.
Jesús, poderosísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús, obedientísimo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de corazón, ten piedad de nosotros.
Jesús, amante de la castidad, ten piedad de nosotros.
Jesús, amor nuestro, ten piedad de nosotros.

Jesús, Dios de paz, ten piedad de nosotros.
Jesús, autor de la vida, ten piedad de nosotros.
Jesús, modelo de virtudes, ten piedad de nosotros.
Jesús, celador de las almas, ten piedad de nosotros.
Jesús, Dios nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, refugio nuestro, ten piedad de nosotros.
Jesús, padre de los pobres, ten piedad de nosotros.
Jesús, tesoro de los fieles, ten piedad de nosotros.

Jesús, buen pastor, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz verdadera, ten piedad de nosotros.
Jesús, sabiduría eterna, ten piedad de nosotros.
Jesús, bondad infinita, ten piedad de nosotros.

Jesús, camino y vida nuestra, ten piedad de nosotros.
Jesús, gozo de los ángeles, ten piedad de nosotros.

Jesús, rey de los patriarcas, ten piedad de nosotros.
Jesús, maestro de los apóstoles, ten piedad de nosotros.
Jesús, doctor de los evangelistas, ten piedad de nosotros.
Jesús, fortaleza de los mártires, ten piedad de nosotros.
Jesús, luz de los confesores, ten piedad de nosotros.
Jesús, pureza de las vírgenes, ten piedad de nosotros.
Jesús, corona de todos los santos, ten piedad de nosotros.

Sednos propicio, perdónanos, Jesús.
Sednos propicio,
escúchanos, Jesús.

De todo mal, líbranos Jesús.
De todo pecado,
líbranos Jesús.
De tu ira,
líbranos Jesús.
De los lazos del demonio,
líbranos Jesús.
Del espíritu de fornicación,
líbranos Jesús.
De la muerte eterna,
líbranos Jesús.
Del desprecio de tus inspiraciones,
líbranos Jesús.

Por el misterio de tu santa encarnación, líbranos Jesús.
Por tu nacimiento,
líbranos Jesús.
Por tu infancia,
líbranos Jesús.
Por tu vida divina,
líbranos Jesús.
Por tus trabajos,
líbranos Jesús.
Por tu pasión y gloria,
líbranos Jesús.
Por tu cruz y desamparo,
líbranos Jesús.
Por tus angustias,
líbranos Jesús.
Por tu muerte y sepultura,
líbranos Jesús.
Por tu resurrección,
líbranos Jesús.
Por tu ascensión,
líbranos Jesús.
Por tus gozos,
líbranos Jesús.
Por tu gloria,
líbranos Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Jesús, perdónanos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Jesús, escúchanos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Jesús, ten piedad de nosotros.

V. Bendito sea el Nombre del Señor.
R. Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

ORACIÓN
Señor Jesucristo, que dijiste:
Pedid y recibiréis,
buscad y hallaréis,
llamad y se os abrirá;
te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte.

Haz, Señor, que te amamos y amemos también perpetuamente tu Santo Nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.




Lecturas correspondientes a cada día:
Consejo: Leer o escuchar con atención, evitando en la medida de lo posible, toda distracción. Es aconsejable acompañarlo de pausas  para favorecer la meditación:


Santo Evangelio según San Lucas. (Lc. 7, 11-17)
Resurrección del hijo de la viuda de Naín
11 Poco tiempo después iba camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
13 Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores».
14 Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
15 El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
16 Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 230; 243-248
[230]
Dedicarán la tercera semana a conocer a Jesucristo. Para ello podrán leer y meditar lo que arriba hemos dicho y rezar la oración de San Agustín[1] que se lee hacia el comienzo de esta segunda parte. Podrán repetir una y mil veces cada día con el mismo Santo: "¡Que yo Te conozca, Señor!", o bien: "¡Señor, vea yo quién eres Tú!" Rezarán, como en las semanas anteriores, las Letanías del Espíritu Santo y el himno "Oh Santa María, de Mares Estrella" y añadirán todos los días las Letanías del Dulce Nombre de Jesús.

Celebramos especialmente el misterio de la Encarnación
[243]
Profesarán singular devoción al gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo. Éste es, en efecto, el misterio propio de esta devoción, puesto que ha sido inspirada por el Espíritu Santo:

1° para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo quiso tener respecto a María, para gloria del Padre y para nuestra salvación. Dependencia que se manifiesta de modo especial en este misterio, en el que Jesucristo se halla prisionero y esclavo en el seno de la excelsa María, en donde depende de Ella en todo y para todo;

2° para agradecer a Dios las gracias incomparables que otorgó a María, y especialmente el haberla escogido por su dignísima Madre; elección realizada precisamente en este misterio. Estos son los fines principales de la esclavitud de Jesús en María.


[244]
Observa que digo ordinariamente: "El esclavo de Jesús en María", "La esclavitud de Jesús en María". En verdad, se puede decir, como muchos lo han hecho hasta ahora: "El esclavo de María", "La esclavitud de la Santísima Virgen". Pero creo que es preferible decir: "El esclavo de Jesús en María", como lo aconsejó el Padre Tronson, Superior General del Seminario de San Sulpicio, renombrado por su rara prudencia y su consumada piedad, a un clérigo que le consultó sobre este particular. Las razones son éstas:

[245]
1º Vivimos en un siglo orgulloso, en el que gran número de sabios engreídos, presumidos y críticos hallan siempre algo que censurar, hasta en las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas. Por tanto, a fin de no darles, sin necesidad, ocasión de crítica, vale más decir: "La esclavitud de Jesucristo en María" y llamarse "esclavo de Jesucristo" que "esclavo de María", tomando el nombre de esta devoción preferiblemente de su fin último, que es Jesucristo, y no de María, que es el camino y medio para llegar a la meta. Sin embargo, se puede, en verdad, emplear una u otra expresión, como yo lo hago. Por ejemplo, un hombre que viaja de Orleáns a Tours, pasando por Amboise, puede muy bien decir que va a Amboise y que viaja a Tours, con la diferencia, sin embargo, de que Amboise no es más que el camino para llegar a Tours y que Tours es la meta y término de su viaje.

[246]
El principal misterio que se honra y celebra en esta devoción es el misterio de la Encarnación. En él Jesucristo se halla presente y encarnado en el seno de María. Por ello es mejor decir "La esclavitud de Jesús en María", de Jesús que reside y reina en María, según aquella hermosa plegaria de tantas y tan excelentes almas: "¡Oh Jesús, que vives en María!..."

[247]
3º Esta manera de hablar manifiesta mejor la unión íntima que hay entre Jesús y María. Ellos se hallan tan íntimamente unidos, que el uno está totalmente en el otro: Jesús está todo en María, y María toda en Jesús; o mejor, no vive Ella, sino sólo Jesús en Ella. Antes separaríamos la luz del sol que a María de Jesús. De suerte que a Nuestro Señor se le puede llamar "Jesús de María", y a la Santísima Virgen, "María de Jesús".

[248]
El tiempo no me permite detenerme aquí para explicar las excelencias y grandezas del misterio de Jesús que vive y reina en María, es decir, de la Encarnación del Verbo. Me contentaré con decir en dos palabras:
* que éste es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más elevado y menos conocido;
* que en este misterio, Jesús en el seno de María -al que por ello denominan los santos "la sala de los secretos de Dios"- escogió, de acuerdo con Ella, a todos los elegidos;
* que en este misterio realizó ya todos los demás misterios de su vida, por la aceptación que hizo de ellos: "Por eso, al entrar en el mundo, dice él: Aquí estoy yo para realizar tu designio";
* que este misterio es, por consiguiente, el compendio de todos los misterios de Cristo y encierra la voluntad y la gracia de todos ellos; y, por último,
* que este misterio es el trono de la misericordia, generosidad y gloria de Dios.

-Es el trono de la misericordia divina con nosotros, porque, dado que no podemos acercarnos a Jesús sino por María, no podemos ver a Jesús ni hablarle sino por medio de Ella. Ahora bien, Jesús, que siempre complace a su querida Madre, otorga siempre allí su gracia y misericordia a los pobres pecadores. "Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de la gracia".

-Es el trono de su generosidad con María, porque mientras Jesús, nuevo Adán, permaneció en María -su verdadero paraíso terrestre-, realizó en él ocultamente tantas maravillas, que ni los Ángeles ni los hombres alcanzan a comprenderlas; por ello, los santos llaman a María la "magnificencia de Dios", como si Dios sólo fuera magnífico en María.

-Es el trono de la gloria que Jesús tributa al Padre, porque en María, aplacó Él perfectamente a su Padre, irritado contra los hombres; en Ella reparó perfectamente la gloria que el pecado le había arrebatado; en Ella, por el holocausto que ofreció de su voluntad y de sí mismo, dio al Padre más gloria que la que le habían dado todos los sacrificios de la ley antigua; y, finalmente, en Ella le dio una gloria infinita, que jamás había recibido del hombre.

TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.




[1] San Agustín, Patrología latina, 32,885. Migne

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