viernes, 24 de marzo de 2017

30. Trigésimo y último día.


Día 30. Trigésimo día de la Consagración.
Etapa 4/4:
Seis días para conocer
a Jesucristo
6/6 días

ÚLTIMO DÍA DE LA CONSAGRACIÓN

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pgs. 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (pg. 289)
-Letanías del Nombre de Jesús (novedad)

Hoy meditaremos:
2. Evangelio: La resurrección de Jesucristo Jn. 20,1-31
3. Tratado de la Verdadera Devoción: TVD 270-273.
4. Jaculatoria: "Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" Mt. 18,20
Santo Evangelio según San Juan
Jn 20,1-31
La resurrección
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro.
Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro;
e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Los dos discípulos se volvieron a casa.

Jesús se aparece a María Magdalena
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».

Jesús se aparece a los discípulos
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Jesús y Tomás
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo: «¿Por que me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

El propósito de este libro
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.
Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús

TVD 270 al 273
Ave María purísima, sin pecado concebida.
Después de Comulgar
[270]
Después de la Sagrada Comunión, estándo recogido interiormente y cerrados los ojos, introducirás a Jesucristo en el corazón de María. Se lo entregarás a su Madre, quien lo recibirá con amor, lo tratará como Él lo merece, lo adorará con todo su ser, lo amará perfectamente, lo abrazará estrechamente y le rendirá en espíritu y verdad, muchos obsequios que desconocemos a causa de nuestras espesas tinieblas.

[271]
O te mantendrás profundamente humillado dentro de ti mismo, en presencia de Jesús que mora en María.
O permanecerás como el esclavo a la puerta del palacio del Rey, quien dialoga con la Reina. Y mientras Ellos hablan entre sí, dado que no te necesitan, subirás en espíritu al Cielo e irás por toda la tierra a rogar a las criaturas que den gracias, adoren y amen a Jesús y a María en nombre tuyo: "Vengan, adoremos, etc.".

[272]
O pedirás tú mismo a Jesús, en unión con María, la llegada de su Reino a la tierra por me-dio de su Santísima Madre, o la divina Sabiduría, o el amor divino, o el perdón de tus pecados, o alguna otra gracia, pero siempre   por   María   y  en   María,  diciendo, mientras fijas los ojos en tu miseria: "No mires, Señor, mis pecados", sino las virtudes y méritos de María. Y, acordándote de tus pecados, añadirás: "Es obra de un enemigo". Yo soy mi mayor enemigo, yo cometí esos pecados. O también: "Sálvame del hombre traidor y malvado", que soy yo mismo. O bien: "Jesús mío, conviene que Tú crezcas en mi alma y que yo disminuya": María, es necesario que tú crezcas en mi alma y que yo sea menos que nunca. "Crezcan y multiplíquense". ¡Oh Jesús! ¡Oh María! ¡Crezcan en mí! ¡Multiplíquense fuera, en los demás!

[273]
Hay mil pensamientos más, que el Espíritu Santo sugiere, y te sugerirá también a ti, si eres de verdad hombre interior, mortificado, y fiel a la excelente y sublime devoción que acabo de enseñarte. Pero acuérdate de que cuanto más permitas a María obrar en tu Comunión, tanto más glorificado será Jesucristo. Y de que tanto más dejas obrar a María para Jesús, y a Jesús en María, cuanto más profundamente te humilles y los escuches en paz y silencio, sin inquietarte por ver, gustar o sentir. Porque el justo vive en todo de la fe, y particularmente en la Sagrada Comunión, que es acto de fe: "Mi justo vive de su fidelidad".

TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi Cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu Corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

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