Día 28.
Vigésimo octavo día de la Consagración.
Etapa 4/4:
Seis días para conocer
a Jesucristo
4/6 días
“Emplearemos
en esta etapa todas nuestras acciones y oraciones en conocer a Jesucristo. Para
ello podremos repetir centenares de veces al día: ¡Señor, que yo te
conozca! O bien; Señor, que yo vea quien eres!
Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías
del Espíritu Santo (pgs. 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (pg. 289)
-Letanías del Nombre de Jesús (novedad)
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (pg. 289)
-Letanías del Nombre de Jesús (novedad)
Hoy meditaremos:
2. Evangelio:
- La última Cena (Lc 22,7-30).
3. Tratado de la Verdadera Devoción: TVD 68-77.
4. Jaculatoria: " Que el
mayor entre vosotros sea como el más joven, y el que manda como el que sirve." (Lc 22,26).
✠ Santo Evangelio según San Lucas
[La
cena pascual
7 Llegó el día de los panes ázimos, en el
que había que sacrificar el cordero pascual;
8 y envió a Pedro y Juan, diciendo:—Id a
hacernos los preparativos para que comamos el cordero pascual.
9 Ellos le dijeron: —¿Dónde quieres que
hagamos los preparativos?
10 Él les dijo: —Mirad, cuando entréis en
la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua;
seguidlo hasta la casa en la que entre
11 y decid al dueño de la casa: «El
Maestro te dice: “¿Dónde está la estancia en donde pueda comer el cordero
pascual con mis discípulos?”».
12 Él os enseñará una gran sala en el piso
de arriba, con alfombras; haced allí los preparativos.
13 Cuando fueron, encontraron todo tal
como les había dicho, y prepararon la cena de Pascua.
14 Y, cuando fue la hora, se sentó a la
mesa, y los apóstoles con él,
15 y les dijo: —He tenido gran deseo de
comer con vosotros este cordero pascual antes de padecer;
16 pues os digo que ciertamente no lo
comeré
más hasta que tenga
su cumplimiento en el reino de Dios.
17 Y, cogiendo un vaso, rezó la acción de
gracias y dijo:
—Tomadlo y
repartidlo entre vosotros.
18 Pues os digo que, ciertamente, no
beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios.
19 Y cogió pan, rezó la acción de gracias,
lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, el entregado a favor vuestro;
esto, hacedlo para renovar mi presencia».
20 Y el vaso, de la misma manera, después
de cenar, diciendo: «Este vaso, el derramado en favor vuestro, es la nueva
alianza ratificada con mi sangre.
21 «Con todo, ya veis, la mano del que me
entrega está conmigo sobre la mesa.
22 Porque, ciertamente, el Hijo del Hombre
se va, según
lo que está
decretado; sin embargo, ¡ay de aquel por quien es entregado!».
23 Ellos empezaron a preguntarse unos a
otros, sobre quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
24 Y surgió un altercado entre ellos,
sobre quién de ellos se podía pensar que era el mayor.
25 Pero él les dijo: —Los reyes de las
naciones las dominan, y los que tienen autoridad sobre ellas se llaman
«bienhechores». 26 Pero vosotros, así no; sino que el
mayor entre vosotros sea como el más joven, y el que manda como el que sirve.
27 Pues, ¿quién es mayor: el que está
sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que está sentado a la mesa? En
cambio,
yo estoy en medio
de vosotros como el que sirve.
28 «Vosotros sois los que habéis
permanecido conmigo en mis pruebas;
29 y yo os concedo, como mi Padre a mí, el
título de “rey”
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en
mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
☧ Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús
TVD 68 al 77
⚜ Ave María purísima, sin pecado concebida.
Les pertenecemos a Jesucristo y a María.
[68]
De lo que Jesucristo es para nosotros, debemos concluir,
con el Apóstol, que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino que somos
totalmente suyos, como sus miembros y esclavos, comprados con el precio
infinito de toda su sangre.
Efectivamente, antes del Bautismo pertenecíamos al demonio
como esclavos suyos. El Bautismo nos ha
convertido en verdaderos esclavos de Jesucristo, que no debemos ya vivir,
trabajar ni morir sino a fin de fructificar para este Dios-Hombre,
glorificarlo en nuestro cuerpo y hacerlo reinar en nuestra alma, porque
somos su conquista, su pueblo adquirido y su propia herencia. Por la misma
razón, el Espíritu Santo nos compara a:
1° árboles
plantados junto a la corriente de las aguas de la gracia, en el campo de la
Iglesia, que deben dar fruto en tiempo oportuno;
2° los sarmientos
de una vid, cuya cepa es Cristo, y que deben producir sabrosas uvas;
3o un
rebaño, cuyo pastor es Jesucristo, y que debe multiplicarse y producir leche;
4o una
tierra fértil, cuyo agricultor es Dios, y en la cual se multiplica la semilla,
y produce el treinta, el sesenta, el ciento por uno.
Por otra parte, Jesucristo maldijo a la higuera
infructuosa y condenó al siervo inútil, que no hizo fructificar su talento. Todo esto nos demuestra que Jesucristo
quiere recoger algún fruto de nuestras pobres personas, a saber, nuestras
buenas obras, porque éstas le pertenecen exclusivamente: "Creados,
mediante Cristo Jesús, para hacer el bien". Estas palabras del Espíritu
Santo demuestran que Jesucristo es el único principio y debe ser también el
único fin de nuestras buenas obras, y que debemos servirle no sólo como
asalariados, sino como esclavos de amor. Me explico:
[69]
Hay, en este mundo, dos modos de pertenecer a otro y
depender de su autoridad: el simple servicio y la esclavitud. De donde proceden
los apelativos de criado y esclavo.
Por el servicio común entre los cristianos, uno se
compromete a servir a otro durante cierto tiempo y por determinado salario o
retribución. Por la esclavitud, en cambio, uno depende de otro enteramente, por
toda la vida, y debe servir al amo sin pretender salario ni recompensa alguna,
como si fuera uno de sus animales, sobre los que tiene derecho de vida y
muerte.
[70]
Hay tres clases de esclavitud: natural, forzada y
voluntaria. Todas las criaturas son esclavas de Dios según el primer modo:
"Del Señor es la tierra y cuanto la llena".
Conforme al segundo, lo son los demonios y condenados.
Según el tercero, los justos y los santos.
La esclavitud voluntaria es la más perfecta y gloriosa
para Dios, que escruta el corazón, nos lo pide para sí y se llama Dios del
corazón o de la voluntad amorosa. Efectivamente, por esta esclavitud
voluntariamente asumida, optas por Dios y por su servicio, sin que importe todo
lo demás, aunque no estuvieses obligado a ello por naturaleza.
[71]
Hay una diferencia total entre criado y esclavo:
1° El
criado no entrega a su patrón todo lo que es, todo lo que posee, ni todo lo que
puede adquirir por sí mismo o por otro; el esclavo se entrega totalmente a su
amo, con todo lo que posee y puede adquirir, sin excepción alguna.
2° El
criado exige retribución por los servicios que presta a su patrón; el esclavo,
por el contrario, no puede exigir nada, por más asiduidad, habilidad y energía
que ponga en el trabajo.
3o El
criado puede abandonar a su patrón cuando quiera o, al menos, cuando expire el
plazo del contrato; mientras que el esclavo no tiene derecho de abandonar a su
amo cuando quiera.
4o El
patrón no tiene sobre el criado derecho alguno de vida o muerte, de modo que,
si lo matase como a uno de sus animales de carga, cometería un homicidio; el
amo, en cambio conforme a la ley, tiene sobre su esclavo derecho de vida y
muerte, de modo que puede venderlo a quien quiera o matarlo -perdóname la
comparación-,como haría con su propio caballo.
5o Por
último, el criado está al servicio del patrón sólo temporalmente; el esclavo lo
está para siempre.
[72]
Nada hay entre los hombres que te haga pertenecer más a
otro que la esclavitud. Nada hay tampoco entre los cristianos que nos haga
pertenecer más completamente a Jesucristo y a su Santísima Madre que la
esclavitud aceptada voluntariamente, a ejemplo de Jesucristo, que por nuestro
amor "tomó forma de esclavo", y de la Santísima Virgen, que se
proclamó servidora y esclava del Señor. El Apóstol es honra de
llamarse servidor de Jesucristo. Los cristianos son llamados repetidas veces en
la Sagrada Escritura servidores de Cristo. Palabra que como hace notar
acertadamente un escritor insigne equivalía antes a esclavo, porque entonces no
se conocían servidores como los criados de ahora, dado que los señores sólo
eran servidos por esclavos o libertos. Para afirmar abiertamente que somos
esclavos de Jesucristo, el "Catecismo del Concilio de Trento" se
sirve de un término que no deja lugar a dudas, llamándonos "mancipia
Christi: esclavos de Cristo".
[73]
Afirmo que debemos pertenecer a Jesucristo y servirle no
sólo como mercenarios, sino como esclavos voluntarios, que, por efecto de un
intenso amor, se entregan y consagran a su servicio en calidad de esclavos por
el único honor de pertenecerle. Antes del Bautismo éramos esclavos del diablo.
El Bautismo nos transformó en esclavos de Jesucristo. Es necesario, pues, que
los cristianos sean esclavos del diablo o de Jesucristo.
[74]
Lo que digo en términos absolutos de Jesucristo, lo digo,
proporcionalmente, de la Santísima Virgen. Habiéndola escogido Jesucristo por
compañera inseparable de su vida, muerte, gloria y poder en el Cielo y en la
tierra, le otorgó, gratuitamente respecto de su Majestad todos los derechos
y privilegios que Él posee por naturaleza: "Todo
lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene a María por gracia", dicen
los santos. De suerte que, según ellos, teniendo los dos el mismo querer y
poder, tienen también los mismos servidores y esclavos.
[75]
Podemos, pues conforme al parecer de los santos y de
muchos varones insignes, llamarnos y hacernos esclavos de amor de la Santísima
Virgen, a fin de serlo más perfectamente de Jesucristo.
La
Virgen Santísima es el medio del cual se sirvió el Señor para venir a nosotros.
Es también el medio del cual debemos servirnos para ir a Él. Pues
María no es como las demás criaturas, que, si nos apegamos a ellas, pueden
separarnos de Dios en lugar de acercarnos a Él. La tendencia más fuerte de
María es la de unirnos a Jesucristo, su Hijo, y la más viva tendencia del Hijo
es que vayamos a Él por medio de su Santísima Madre. Obrar así es honrarlo y
agradarle, como sería honrar y agradar a un rey el hacerse esclavo de la reina
para ser mejores súbditos y esclavos del soberano. Por esto, los Santos Padres
y después el Pseudo Buenaventura dicen que la Santísima Virgen es el camino
para llegar a Nuestro Señor.
[76]
Más aún, si como he dicho, la Santísima Virgen es la Reina
y Soberana del Cielo y de la tierra: "Al poder de
Dios todo está sometido, incluida la Virgen; al poder de la Virgen todo
está sometido, incluido Dios", dicen San Anselmo, San Bernardo, San
Bernardino, ¿por qué no ha de tener tantos súbditos y esclavos como criaturas
hay? Y ¿no será razonable que, entre tantos esclavos por fuerza, los haya
también de amor, que escojan libremente a María como Soberana? Pues ¿qué? ¿Han
de tener los hombres y los demonios sus esclavos voluntarios y no los ha de
tener María? Y ¿qué? Un rey se siente honrado de que la reina, su consorte,
tenga esclavos sobre los cuales puede ejercer derechos de vida y muerte, en
efecto, el honor y poder del uno son el honor y poder de la otra, y el Señor,
como el mejor de los hijos, ¿llevará a mal que María, su Madre Santísima, con
quien ha compartido todo su poder, tenga también sus esclavos? ¿Tendrá Él menos
respeto y amor para con su Madre que Asuero para con Ester, y Salomón para con
Betsabé? ¿Quién osará decirlo o siquiera pensarlo?
[77]
Pero ¿adónde me lleva la pluma? ¿Por qué detenerme a
probar lo que es evidente? Si alguno no quiere que nos llamemos esclavos de la
Santísima Virgen, ¿qué más da? ¡Hacerte y llamarte esclavo de Jesucristo es
hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen! Porque Jesucristo es el
fruto y gloria de María.
Todo esto se realiza de modo perfecto con la devoción de
que te voy a hablar.
⚜ TOTUS
TUUS
Todo tuyo
Totus
tuus ego sum
et omnia
mea tua sunt.
Accípio
te in mea omnia.
Præbe
mihi Cor tuum, María!
Soy todo
tuyo
y todo
lo mío es tuyo.
Te recibo
como mi todo.
¡Dame tu
Corazón, María!
✠ Bendito y alabado sea Jesucristo.
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