jueves, 23 de marzo de 2017

29 día de la consagración.


Día 29. Vigésimo noveno día de la Consagración.
Etapa 4/4:
Seis días para conocer
a Jesucristo
5/6 días

“Emplearemos en esta etapa todas nuestras acciones y oraciones en conocer a Jesucristo. Para ello podremos repetir centenares de veces al día: ¡Señor, que yo te conozca! O bien; Señor, que yo vea quien eres!

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pgs. 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (pg. 289)
-Letanías del Nombre de Jesús (novedad)

Hoy meditaremos:
2. Evangelio: La agonía de Jesús en Getsemaní (Lc 22,39-54).
3. Tratado de la Verdadera Devoción: TVD 266-269.
4. Jaculatoria: "Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, sin embargo, que no se realice mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42).
Santo Evangelio según San Lucas

39 Y cuando salió se encaminó, según la costumbre, hacia el Monte de los Olivos, y lo siguieron también los discípulos.
40 Y, al llegar a aquel sitio, les dijo: —Rezad, para no entrar en tentación.
41 Y él se despegó de ellos, apartándose como a un tiro de piedra; y, puesto de rodillas, rezaba
42 diciendo: «¡Padre!, si quieres, aparta este cáliz de mí. Sólo que... no se haga mi voluntad, sino la tuya».
43 Y se le hizo visible un ángel venido del cielo, infundiéndole fuerzas.
44 Y, angustiado, rezaba con más intensidad; y le vino un sudor como gotas de sangre que caen a tierra».
45 Y, levantándose de la oración, acercándose a los discípulos
los encontró adormecidos por efecto de la tristeza,
46 y les dijo: —¿Por qué dormís? Levantaos a rezar, para que no entréis en tentación.

47 Todavía estaba él hablando, cuando llegó gente; el llamado
Judas, uno de los Doce, iba delante de ellos y se acercó a Jesús para besarlo.
48 Pero Jesús le dijo: —¡Judas! ¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?
49 Los que estaban en torno a él, al ver lo que iba a pasar, dijeron: —Señor, ¿golpeamos con la espada?
50 Y uno de ellos asestó un golpe al esclavo del sumo sacerdote y le cercenó la oreja derecha.
51 Pero Jesús tomó la palabra y dijo:—¡Dejad, basta!
Y, tocando la oreja, lo curó.
52 Y dijo Jesús a los sumos sacerdotes, oficiales del templo y ancianos que habían ido contra él: —¡Como contra un bandido salisteis con espadas y palos!
53 Estando yo a diario con vosotros en el templo, no extendisteis las manos contra mí. Pero, ¡ésta es vuestra hora, es decir, el dominio de la oscuridad!
54 Después de prenderlo, lo llevaron y lo metieron en la casa del sumo sacerdote.
Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús

TVD 266 al 269
Ave María purísima, sin pecado concebida.

Antes de que Comulguemos

[266]
1o Humíllate profundamente delante de Dios.

2o Renuncia a tus malas inclinaciones y a tus disposiciones, por buenas que te las haga ver el amor propio.

3o Renueva tu Consagración, diciendo: "Soy todo tuyo, ¡oh María!, y cuanto tengo es tuyo".

4° Suplica a esta bondadosa Madre que te preste su corazón para recibir en él a su Hijo con sus propias disposiciones. Hazle notar cuánto importa a la gloria de su Hijo que no entre en un corazón tan manchado e inconstante como el tuyo, que no dejaría de menoscabar su gloria y hasta llegaría a perderlo. Pero que, si Ella quiere venir a morar en ti para recibir a su Hijo, puede hacerlo, por el dominio que tiene sobre los corazones, y que su hijo será bien recibido por Ella, sin mancha ni peligro de que sea rechazado: Dios está en Ella, no vacila.

Dile con absoluta confianza que todos los bienes que le has dado valen poco para honrarla. Pero que por la Sagrada Comunión quieres hacerle el mismo obsequio que le hizo el Padre Eterno; obsequio que la honrará más que si le dieses todos los bienes del mundo.

Dile, finalmente, que Jesús, que la ama en forma excepcional, desea todavía complacerse y descansar en Ella, aunque sea en tu alma, más sucia y pobre que el establo de Belén en donde Jesús se dignó nacer porque allí estaba Ella.
Pídele su corazón con estas tiernas palabras: "¡Tú eres mi todo, oh María; préstame tu corazón!"

Comulguemos con la Trinidad
[267]
Dispuesto ya a recibir a Jesucristo, después del Padrenuestro le dirás tres veces: "Señor, no soy digno, etc.": como si dijeses la primera vez al Padre Eterno que no eres digno de recibir a su Hijo a causa de tus malos pensamientos e ingratitudes para con un Padre tan bueno; pero que ahí está María, su esclava, que ruega por ti y te da confianza y esperanza singulares ante su Majestad: "Porque tú solo me haces vivir tranquilo".

[268]
 Al Hijo le dirás: "Señor, no soy digno, etc.": que no eres digno de recibirle a causa de tus palabras inútiles y malas, y de tu infidelidad en su servicio, pero que, no obstante,  le  suplicas  tenga piedad de ti, que le introducirás en la casa de su propia Madre, que es también tuya, y que no le dejarás partir hasta que venga a habitar en ella: "Lo agarré, y ya no lo soltaré hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas". Ruégale que se levante y venga al lugar de su reposo y al arca de su santificación:

"Levántate, Señor; ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder". Dile que no confías lo más mínimo en tus méritos, ni en tus fuerzas y preparación -como Esaú-, sino en los de María, tu querida Madre -como el humilde Jacob en los cuidados de Rebeca-; que, por muy pecador y Esaú que seas, te atreves a acercarte a su santidad apoyado y adornado con los méritos y virtudes de su Santísima Madre.

[269]
Al Espíritu Santo le dirás: "Señor, no soy digno, etc.": que no eres digno de recibir la obra maestra de su amor a causa de la tibieza y maldad de tus acciones, y de la resistencia a sus inspiraciones, pero que toda tu confianza está en María, su fiel Esposa. Dile con San Bernardo: "Ella es mi suprema confianza y la única razón de mi esperanza". Puedes también rogarle que venga a María, su indisoluble Esposa. Dile que su seno es tan puro y su corazón está tan inflamado como nunca, y que, si no desciende  a tu alma, ni Jesús ni María podrán formarse en ella ni ser en ella dignamente hospedados.

TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi Cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu Corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

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