ACERCA DE LA IMPORTANCIA DE LA
MEDITACIÓN EN LA PREPACIÓN MONFORTIANA, PARA LA CONSAGRACIÓN A LA SABIDURÍA
ENCARNADA, JESUCRISTO, POR MARÍA, COMO ESCLAVO DE AMOR.
INTRODUCCIÓN BREVE SOBRE LA
MEDITACIÓN CRISTIANA.
La oración es definida por San Juan
Damasceno como la elevación de la mente a Dios y la petición a Dios de
cosas convenientes.
La oración es necesaria a todo
cristiano, ya que:
-a Dios le tributas los
homenajes que en justicia se merece: adoración, gratitud, amor, sumisión
filial, alabanza, honra, darle gloria...
-al prójimo para vivir la
caridad en las cruces.
-a nosotros nos encamina a la
santificación.
La oración puede ser de dos maneras: vocal
y mental.
La oración mental o meditación
es un ejercicio práctico de las tres potencias del alma (memoria, entendimiento
y voluntad), sobre la consideración de los divinos misterios. En este caso
meditaremos los misterios divinos que Dios quiso realizar en la más excelsa de
sus criaturas: la Virgen María, la Madre de su Único Hijo, la Santísima.
La oración mental podemos dividirla
en:
-Si el coloquio es del alma a Dios, la
oración es meditativa.
-Si el coloquio es de Dios al alma, la
oración es contemplativa.
Una de las cosas más necesarias
en la vida espiritual es la meditación. No pensemos que es difícil su ciencia
ni su práctica. Es lo más sencillo del mundo, porque es una cosa que hacemos
habitualmente con nuestros asuntos temporales y cotidianos. Por lo que no
necesita más que trasladar a los negocios espirituales, lo que hacemos en los
negocios temporales.
Para realizar una meditación
espiritual:
1.Tener un rato de reflexión
sobre los negocios de nuestra alma,
2.Encaminado a tomar algunas
resoluciones que conduzcan a nuestro bien espiritual.
3.Y que termina con alguna
oración a Dios o la petición de intercesión a la Virgen, los santos o los
ángeles para obtener la gracia de cumplir esa resolución.
Por lo tanto, abraza cuatro actos:
1,Proposición de algún asunto
espiritual. (Memoria)
A través de las lecturas meditadas
diarias, compuestas de un pasaje de los Evangelios y unos puntos del TVD,
hacemos una lectura atenta y sosegada. Hacemos uso de nuestra memoria para
confrontar lo leído con lo vivido.
2.Consideración de este asunto viendo
lo que conviene hacer. (Entendimiento).
Leemos los textos a la Luz de Cristo.
De lo puramente intelectual, tratamos de hacerlo carne, vivirlo,
interiorizarlo. Porque se puede hablar de Dios, estudiar de Dios, impregnarse
de conocimientos teológicos, pero no vivirlos. En este punto, pensamos que nos
acerca y que nos aleja de Dios respecto a las lecturas del día.
3.Propósito de acción. Y por lo tanto
elección de medios y modos para llevarlo a cabo. (Voluntad)
Una vez entendido que nos aleja o que
nos acerca, en que posición estamos frente a nuestra relación personal con
Jesús y María, toca poner los medios para conseguirlo. Nosotros conocemos
nuestra debilidad. Debemos esforzarnos en hacer el bien, pero no puede recaer
todo en nuestra vountad (caeríamos en el error voluntarista semipelagiano). Al
contrario, la gracia que nos precede y que es interna, debemos de colaborar con
ella. Pero para ello hay que pedirlo en oración que es la siguiente fase.
4.Petición de gracia par cumplir los
propósitos (Oración).
MÉTODOS DE ORACIÓN
Hay muchos métodos, pero creemos por la
experiencia de la Iglesia que el método
de San Ignacio, es el más propicio para esta preparación de 30 días. Sin ir
más lejos San Luis Maria Grignon de Monfort, tuvo una formación
jesuítica.
Y es que el método Ignacio es el que
mejor se adapta a la razón humana. Sus apéndices y anexos son muy conformes al
espíritu humano. Y conviene que seamos diligentes en llevarlas a cabo.
PASOS PREVIOS DE LA MEDITACIÓN. Tiene tres
actos:
1.Presencia de Dios. Un paso o
dos antes del sitio, mentalmente piensa a dónde vas y a qué. Es el momento del
recogimiento. Hacer silencio externo e interno. Acallar todas las voces que nos
van a irrumpir en la meditación y distraernos: preocupaciones, tareas
pendientes, etc.
Es útil la oración de entrega. Entregar
poco a poco al Señor, cada una de las preocupaciones que nos asaltan para hacer
silencio.
Enseña el Santo Padre San Juan de la
Cruz (Dichos de luz y amor) “Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y
ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma”.
Y es que no podemos perder de vista
nuestro objetivo de 30 días, la de dejarnos enseñar con autoridad maternal de
Maria, para Consagrarnos al Verbo Encarnado, Jesucristo por María, como
esclavos de amor.
Por lo tanto, el silencio para hablar y
oir. Un tiempo para Dios. En la Iglesia o solos en nuestro cuarto.
2.Adoración de Dios. Apaciguados,
con reverencia exterior e interior, se hace un acto de reverencia al Señor.
3.Oración preparatoria. La cual ha de
ser sencilla. San Luis María Grignon de Monfort, coincidiendo con todos los
maestros de oración, propone que se pidan luces al Espíritu Santo.
MEDITACIÓN
Toma Señor, y
recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo lo que soy, todo lo que poseo. Tú me lo diste; a tí, Señor,
lo torno. Todo es Tuyo. Dispón de mi según Tu voluntad. Dame tu amor y gracia,
que eso me baste. San Ignacio de Loyola.
La meditación se hace ejercitando la
memoria, el entendimiento y la voluntad por estas cuatro reflexiones:
1.EJERCICIO DE MEMORIA. ¿Qué voy a
meditar hoy? Preguntaos a vosotros mismos esto. O lo que es lo mismo, leed un
punto, un párrafo, una máxima diaria del Tratado…. Y preguntaos ¿qué es lo que
yo acabo de leer? Podéis recordar experiencias que os recuerden lo leído,
diálogos con amigos y sacerdotes, libros que os dieron luz respecto a este
tema, eso que te llamó especialmente la atención en una reflexión personal con
uno mismo, un interrogante que se va tensando a medida que vas creciendo y aun
no ha sido resulta... y lo menciona o lo clarifica el punto del TVD, o del
Evangelio,
Y decíos: ¿qué es lo que leí, o lo que
oí, en el primer punto? Y después procurad interiorizarlo como si se lo
tuvieras que contarlo a otro.
2.EJERCICIO DE ENTENDIMIENTO.
Ven Creador Espíritu,
de los tuyos la mente a visitar, a encender en Tu Amor los corazones que de la
nada te gustó crear[…] Con tu Luz ilumina los sentidos, los afectos inflama con
tu amor. Veni Creator Spiritus
Si esto que he leído u oído es verdad,
¿qué debo hacer?
Debo hacer tal cosa o dejar de hacer
otra. Debo tener tal amistad o dejarla. Debo leer tal libro o no leer tal otro.
Debo dejar la costumbre, diversión, recreo, acción… o debo adquirir otra
costumbre, tal practica o tal precaución…
En este punto tenemos mucho que pensar,
acerca de nuestras obligaciones, devociones, costumbres, virtudes, obras de
caridad y celo, mortificaciones, lecturas, diversiones, conversaciones,
amistades, empleos, uso del tiempo, modo de hablar o de callar para evitar
murmuraciones, comer, etc.
Pensemos más concretamente en el modo
como nos portamos con nuestros padres, superiores, hermanos, amigos, empleados,
enemigos, etc. De nuestra conducta en las cosas espirituales, en las cosas de
casa, en los empleos y cargos, en nuestra conducta pública, en el empleo del
tiempo, etc.
En una palabra, de todas y cada una
de las acciones de nuestra vida. Y para que más fundado sea lo que
considero, podré recorrer estos cinco motivos de las resoluciones que se
me han ocurrido:
El hacer esto o dejar de hacer aquello
es decoroso, útil, agradable, fácil, necesario…o al contrario.
3.EJERCICIO DE LA VOLUNTAD.
“Digo que importa
mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta
llegar al final, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabajase lo
que se trabajare, murmure quien murmurare...” Santa Teresa Camino 21 ,2
Propongo hacer esto que he visto que
debo hacer porque es bueno. Y es necesario ejercitar la voluntad con deseos de
cumplirlo y de desearlo, o animarse, o de fortalecerse. En este paso se deben
pensar dos cosas:
-La una, que obstáculos tendré
para cumplir lo que deseo y propongo.
-La otra, que medios me pondrán
servir para llevarlo a cabo.
4.EJERCICIO DE ORACIÓN (SÚPLICA).
En efecto, no
entiendo mi comportamiento, pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que
aborrezco. Rom 7, 15
Pero como yo soy débil, esa es mi
experiencia, no caigo en un pesimismo antropológico. La herida espiritual de la
concupiscencia que nos queda después del bautismo, es la inclinación al mal y
la dificultad al bien.
Una vez que tengo mi propósito de
ahora, probablemente después me resistiré o procrastinaré[1].
Por ello debo pedir gracia a Dios.
Y en este punto usaremos muchos afectos, y si no se le ocurren a
uno, con varias oraciones, pedir a Nuestro Señor que según la meditación que se
haga gracia para cumplir los propósitos hechos, y obrar conforme a lo que se ha
meditado.
Pero más concretamente en estos 30
días, pediremos la intercesión y ayuda de María, dispensadora de todas las
gracias, para que nos enseñe, proteja, cure y prepare, como la mejor de las
madres. Siempre teniendo la certeza que guiados de sus puras manos llegaremos
más rápidamente hacia su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, nuestra meta.
Ella nos dará todo lo que necesitamos
para unirnos más a su amadísimo Hijo, en definitiva para nuestra salvación, pidámoslo
con corazones sinceros y ella nos lo dará.
Porque para entrar en el Corazón
abierto de Jesús, hay que hacerse pequeños y humildes, y aferrarse[2],
coger de la manos de María. Solo así, solo así…
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