miércoles, 8 de marzo de 2017

Día 14. Decimocuarto día de la consagración

Día 14.
Decimocuarto día de la Consagración.
Etapa 2/4: Seis días para conocerme a mi mismo. 2/6 días.

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pg 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (289)
-y Letanías lauretanas (231-233)

*Si se reza el Rosario con las letanías, no hace falta repetirlas.
2. Evangelio:
       -Los malos pensamientos (Mt 5, 19-32)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
       -TVD 83-89 (pg 68-74)
4. Jaculatoria:
- “Si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti, sácatelo y tíralo lejos; porque es más provechoso para ti perder una parte de tu cuerpo, antes que todo cuerpo sea arrojado a la gehenna” (Mt. 5,24)


ORACIONES
 
LETANIAS DEL ESPÍRITU SANTO
Versión monfortiana para la Consagración.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.  
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
 
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Espíritu que procedes del Padre y del Hijo, ten piedad.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación, planeabas
sobre las aguas
, ten piedad.
Espíritu por cuya inspiración han hablado los profetas, ten piedad.  
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ten piedad.  
Espíritu que das testimonio de Cristo, ten piedad.  

Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.  
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.  
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento,
ten piedad.

Espíritu de consejo y fortaleza, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad,
ten piedad.
Espíritu de temor del Señor,
ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia,
ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad,
ten piedad.

Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad,
ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre,
ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme,
ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios,
ten piedad.

Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inefables, ten piedad. 
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos,
ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones,
ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
ten piedad.

Espíritu que apareciste en lenguas de fuego sobre los
apóstoles,
ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles,
ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres,
ten piedad.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.
Muéstrate propicio,
escúchanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.  
De todo pecado,
líbranos, Señor.  
De las tentaciones e insidias del demonio,
líbranos, Señor.  
De toda presunción y desesperación,
líbranos, Señor.  
De la resistencia a la verdad conocida,
líbranos, Señor.  
De la obstinación y la impenitencia,
líbranos, Señor.  
De la impureza de mente y de cuerpo,
líbranos, Señor.  
Del espíritu de fornicación,
líbranos, Señor.  
De todo espíritu malo,
líbranos, Señor.  

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos, Señor.  
Por la encarnación de Jesucristo,
líbranos, Señor.  
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
líbranos, Señor.  
Por tu advenimiento sobre los discípulos,
líbranos, Señor.
En el día del juicio,
líbranos, Señor.  

Siendo pecadores, te rogamos, óyenos.

Para que así como vivimos por el Espíritu, obremos también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.

Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.  
Para que discernamos si los espíritus son de Dios,
te rogamos, óyenos.  
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud,
te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano,
te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.

Oración
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

A continuación, pedimos a la Santísima Virgen, la gracia de conocernos:

Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
de Dios Madre venerable
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.

Recibiste aquel Ave
de boca de Gabriel:
afiánzanos en paz
cambiando el nombre de Eva.

Suelta las cadenas de los reos,
da luz a los ciegos,
líbranos de nuestros males,
alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre
que reciba de Ti nuestras preces
el que por nosotros nació
y quiso ser Hijo tuyo.

Virgen singular,
entre todas humilde.
Haz que, limpios de culpa,
seamos humildes y castos.

Danos una vida pura,
prepáranos un camino seguro.
para que, viendo a Jesús,
siempre nos alegremos.

Alabanza a Dios Padre,
la suma honra a Cristo
y al Espíritu Santo:
a los Tres un mismo honor. Amén.

Letanías del Santo Rosario
Para quienes rezamos un Misterio del Rosario todos los días, junto con las letanías lauretanas, no hace falta que las repitamos.
A continuación vamos a rezar una variante distinta de las Letanías del Rosario, inspiradas en la "Lumen Gentium" y en la "Marialis Cultus".

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros.

Hija predilecta del Padre, ruega por nosotros.
Madre de Cristo Rey, ruega por nosotros.
Gloria del Espíritu Santo, ruega por nosotros.

Virgen Hija de Sión, ruega por nosotros.
Virgen pobre y humilde, ruega por nosotros.
Virgen sencilla y obediente, ruega por nosotros.

Esclava del Señor, ruega por nosotros.
Madre del Señor, ruega por nosotros.
Colaboradora del Redentor, ruega por nosotros.

Llena de gracia, ruega por nosotros.
Fuente de hermosura, ruega por nosotros.
Conjunto de todas las virtudes, ruega por nosotros.

Fruto escogido de la redención, ruega por nosotros.
Discípula perfecta de Cristo, ruega por nosotros.
Imagen purísima de la Iglesia, ruega por nosotros.

Mujer nueva, ruega por nosotros.
Mujer vestida de sol, ruega por nosotros.
Mujer coronada de estrellas, ruega por nosotros.

Señora llena de benignidad, ruega por nosotros.
Señora llena de clemencia, ruega por nosotros.
Señora nuestra, ruega por nosotros.

Alegría de Israel, ruega por nosotros.
Esplendor de la Iglesia, ruega por nosotros.
Honor del género humano, ruega por nosotros.

Abogada de la gracia, ruega por nosotros.
Dispensadora de la piedad, ruega por nosotros.
Auxiliadora del pueblo de Dios, ruega por nosotros.

Reina de la caridad, ruega por nosotros.
Reina de la misericordia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.

Reina de los ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los profetas, ruega por nosotros.

Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los mártires, ruega por nosotros.
Reina de los confesores, ruega por nosotros.

Reina de las vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.

Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta a los cielos, ruega por nosotros.

Reina del mundo, ruega por nosotros.
Reina del cielo, ruega por nosotros.
Reina del universo, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

Sub tuum
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.



Santo Evangelio según San Mateo.  
Mt 5, 19-32

19 El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
20 Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.
22 Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego.
23 Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti,
24 deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
25 Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel.
26 En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
27 Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”.
28 Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
29 Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la gehenna.
30 Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la gehenna.
31 Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”.
32 Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
34 Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
36 Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello.
37 Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
38 Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.
39 Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra;

Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 83-89
Ave María purísima, sin pecado concebida.

La acción maternal de María facilita nuestro encuentro con Cristo.

[83]
Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos, sino acudir a un mediador. Estando tan corrompida nuestra naturaleza como acabo de demostrar, si nos apoyamos en nuestros propios esfuerzos, habilidad y preparación para llegar hasta Dios y agradarle, ciertamente nuestras obras de justificación quedarán manchadas o pesarán muy poco delante de Dios, para comprometerlo a unirse a nosotros y escucharnos.

Porque no sin razón nos ha dado Dios Mediadores ante sí mismo. Vio nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de nosotros, y, para darnos acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su grandeza. Por tanto, despreocuparte de tales mediadores y acercarte directamente a la santidad divina, sin recomendación alguna, es faltar a la humildad, y al respeto debido a un Dios tan excelso y santo, es hacer menos caso de ese Rey de reyes, del que harías de un soberano o príncipe de la tierra, a quien no te acercarías sin un amigo que hable por ti.

[84]
Jesucristo es nuestro abogado y mediador de redención ante el Padre. Por Él debemos orar junto con la Iglesia triunfante y militante. Por Él tenemos acceso ante la Majestad divina, y sólo apoyados en Él y revestidos de sus méritos debemos presentarnos ante el Padre, así como el humilde Jacob compareció ante su padre Isaac, para recibir la bendición, cubierto con pieles de cabrito.

[85]
Pero ¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el mismo Mediador? ¿Bastará nuestra pureza a unirnos a Él directamente y por nosotros mismos? ¿No es Él, acaso, Dios igual en todo a su Padre, y, por consiguiente, el Santo de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si por amor infinito se hizo nuestro fiador y mediador ante el Padre para aplacarlo y pagarle nuestra deuda, ¿será esto razón para que tengamos menos respeto para con su majestad y santidad?

Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros, y por Ella debemos nosotros ir a Él. Si tememos que ir directamente a Jesucristo-Dios a causa de su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con filial osadía la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre.

 Ella es tierna y bondadosa. En Ella no hay nada austero o repulsivo, ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza. No es el sol, que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna, que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.

María es tan caritativa que no rechaza ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues como dicen los santos, jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya sido rechazado. Ella es tan poderosa que sus peticiones jamás han sido desoídas. Basta con presentarse ante su Hijo con alguna súplica, para que Él la acepte y reciba, se deje siempre vencer amorosamente por los pechos, las entrañas y las súplicas de su Madre queridísima.


[86]
Ésta es doctrina sacada de los escritos de San Bernardo y San Buenaventura. Según ellos, para llegar a Dios tenemos que subir tres escalones: El primero, más cercano y adaptado a nuestras posibilidades, es María; el segundo es Jesucristo y el tercero es Dios Padre. Para llegar a Jesucristo hay que ir a María, nuestra Mediadora de intercesión. Para llegar al Padre hay que ir al Hijo, nuestro Mediador de redención. Éste es precisamente el orden que se observa en la forma de devoción de la que hablaré más adelante.

Llevamos el tesoro de las gracias en vasos de arcilla.

[87]
Es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad, conservar las gracias y tesoros de Dios, porque:
Llevamos este tesoro, más valioso que el cielo y la tierra, en vasijas de arcilla, en un cuerpo corruptible, en un alma débil e inconstante que por nada se turba y abate.

[88]

Los demonios, ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos y desvalijarnos. Espían día y noche el momento favorable para ello. Nos rodean incesantemente para devorarnos y arrebatarnos en un momento, por un solo pecado, todas las gracias y méritos logrados en muchos años. Su malicia, su pericia, su astucia y número deben hacernos temer infinitamente esta desgracia; ya que personas más llenas de gracia, más ricas en virtudes, más experimentadas y elevadas en santidad que nosotros, han sido sorprendidas, robadas y saqueadas lastimosamente.

¡Ah! ¡Cuántos cedros del Líbano y estrellas del firmamento cayeron miserablemente y perdieron en poco tiempo su elevación y claridad!
Y ¿cuál es la causa? No fue falta de gracia. Que Dios a nadie la niega. Sino ¡falta de humildad! Se consideraron capaces de conservar sus tesoros. Se fiaron de sí mismos y se apoyaron en sus propias fuerzas. Creyeron bastante segura su casa, y suficientemente fuertes sus cofres para guardar el precioso tesoro de la gracia, y por este apoyo imperceptible en sí mismos, aunque les parecía que se apoyaban solamente en la gracia de Dios, el Señor, que es la justicia misma, abandonándolos a sí mismos, permitió que fueran saqueados.

¡Ay! Si hubieran conocido la devoción admirable que a continuación voy a exponer, habrían confiado su tesoro a una Virgen fiel y poderosa, y Ella lo habría guardado como si fuera propio, y hasta se habría comprometido a ello en justicia.

TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario