Día 14.
Decimocuarto
día de la Consagración.
Etapa 2/4: Seis días para conocerme
a mi mismo. 2/6 días.
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pg 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (289)
-y Letanías lauretanas (231-233)
*Si se reza el Rosario con las letanías, no hace
falta repetirlas.
2. Evangelio:
-Los malos pensamientos (Mt 5, 19-32)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
-TVD 83-89 (pg
68-74)
4. Jaculatoria:
- “Si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti,
sácatelo y tíralo lejos; porque es más provechoso para ti perder una parte de
tu cuerpo, antes que todo cuerpo sea arrojado a la gehenna” (Mt. 5,24)
ORACIONES
LETANIAS DEL ESPÍRITU SANTO
Versión monfortiana para la Consagración.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Espíritu que procedes del Padre y del Hijo, ten piedad.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación, planeabas
sobre las aguas, ten piedad.
Espíritu por cuya inspiración han hablado los profetas, ten piedad.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ten piedad.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas
las cosas, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento, ten piedad.
Espíritu de consejo y fortaleza, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad, ten piedad.
Espíritu de temor del Señor, ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad, ten piedad.
Espíritu de temor del Señor, ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ten piedad.
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad, ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme, ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad, ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme, ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ten piedad.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos
inefables, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos, ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones, ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos, ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones, ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten piedad.
Espíritu que apareciste en lenguas de fuego sobre
los
apóstoles, ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles, ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres, ten piedad.
apóstoles, ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles, ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres, ten piedad.
Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.
Muéstrate propicio, escúchanos, Señor.
Muéstrate propicio, escúchanos, Señor.
De todo mal, líbranos,
Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de mente y de cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu malo, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de mente y de cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu malo, líbranos, Señor.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos,
Señor.
Por la encarnación de Jesucristo, líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos, líbranos, Señor.
En el día del juicio, líbranos, Señor.
Por la encarnación de Jesucristo, líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos, líbranos, Señor.
En el día del juicio, líbranos, Señor.
Siendo pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que así como vivimos por el Espíritu, obremos
también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.
Para que discernamos si los espíritus son de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.
Para que discernamos si los espíritus son de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano, te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Oración
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
A continuación, pedimos a la Santísima
Virgen, la gracia de conocernos:
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
de Dios Madre venerable
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.
Recibiste aquel Ave
de boca de Gabriel:
afiánzanos en paz
cambiando el nombre de Eva.
Suelta las cadenas de los reos,
da luz a los ciegos,
líbranos de nuestros males,
alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre
que reciba de Ti nuestras preces
el que por nosotros nació
y quiso ser Hijo tuyo.
Virgen singular,
entre todas humilde.
Haz que, limpios de culpa,
seamos humildes y castos.
Danos una vida pura,
prepáranos un camino seguro.
para que, viendo a Jesús,
siempre nos alegremos.
Alabanza a Dios Padre,
la suma honra a Cristo
y al Espíritu Santo:
a los Tres un mismo honor. Amén.
Letanías del Santo Rosario
Para quienes rezamos un Misterio del
Rosario todos los días, junto con las letanías lauretanas, no hace falta que
las repitamos.
A continuación vamos a rezar una variante
distinta de las Letanías del Rosario, inspiradas
en la "Lumen Gentium" y en la "Marialis Cultus".
Señor, ten piedad. Señor, ten
piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten
piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten
piedad.
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por
nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por
nosotros.
Hija predilecta del Padre, ruega por
nosotros.
Madre de Cristo Rey, ruega por
nosotros.
Gloria del Espíritu Santo, ruega por
nosotros.
Virgen Hija de Sión, ruega por
nosotros.
Virgen pobre y humilde, ruega por
nosotros.
Virgen sencilla y obediente, ruega por
nosotros.
Esclava del Señor, ruega por nosotros.
Madre del Señor, ruega por nosotros.
Colaboradora del Redentor, ruega por
nosotros.
Llena de gracia, ruega por nosotros.
Fuente de hermosura, ruega por
nosotros.
Conjunto de todas las virtudes, ruega por
nosotros.
Fruto escogido de la redención, ruega por
nosotros.
Discípula perfecta de Cristo, ruega por
nosotros.
Imagen purísima de la Iglesia, ruega por
nosotros.
Mujer nueva, ruega por nosotros.
Mujer vestida de sol, ruega por
nosotros.
Mujer coronada de estrellas, ruega por
nosotros.
Señora llena de benignidad, ruega por
nosotros.
Señora llena de clemencia, ruega por
nosotros.
Señora nuestra, ruega por nosotros.
Alegría de Israel, ruega por nosotros.
Esplendor de la Iglesia, ruega por
nosotros.
Honor del género humano, ruega por
nosotros.
Abogada de la gracia, ruega por
nosotros.
Dispensadora de la piedad, ruega por
nosotros.
Auxiliadora del pueblo de Dios, ruega por
nosotros.
Reina de la caridad, ruega por
nosotros.
Reina de la misericordia, ruega por
nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.
Reina de los ángeles, ruega por
nosotros.
Reina de los patriarcas, ruega por
nosotros.
Reina de los profetas, ruega por
nosotros.
Reina de los apóstoles, ruega por
nosotros.
Reina de los mártires, ruega por
nosotros.
Reina de los confesores, ruega por
nosotros.
Reina de las vírgenes, ruega por
nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por
nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por
nosotros.
Reina asunta a los cielos, ruega por
nosotros.
Reina del mundo, ruega por nosotros.
Reina del cielo, ruega por nosotros.
Reina del universo, ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos,
Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros.
Sub tuum
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas nuestras
súplicas en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos de
todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oremos
Te rogamos, Señor, que nos
concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y,
por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados
de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro
Señor.
Amén.
Amén.
✠ Santo Evangelio según San Mateo.
Mt 5, 19-32
19 El
que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a
los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los
cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
20
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.
21 Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio.
22 Pero yo
os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será
procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el
Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la gehenna del fuego.
23 Por
tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí
mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti,
24 deja
allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y
entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
25 Con
el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel.
26 En
verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
27 Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”.
27 Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”.
28 Pero
yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio
con ella en su corazón.
29 Si tu
ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro
que ser echado entero en la gehenna.
30 Si tu
mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder
un miembro que ir a parar entero a la gehenna.
31 Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”.
31 Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”.
32 Pero yo
os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce
a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
34 Pero
yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios;
35 ni
por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad
del Gran Rey.
36 Ni
jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello.
37 Que
vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
38 Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.
38 Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.
39 Pero
yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea
en la mejilla derecha, preséntale la otra;
☧ Palabra del Señor…
Gloria a Ti, Señor Jesús.
⚜ TVD 83-89
⚜ Ave María purísima, sin pecado concebida.
La acción maternal de María facilita nuestro
encuentro con Cristo.
[83]
Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a
Dios por nosotros mismos, sino acudir a un mediador. Estando tan corrompida
nuestra naturaleza como acabo de demostrar, si nos apoyamos en nuestros propios
esfuerzos, habilidad y preparación para llegar hasta Dios y agradarle,
ciertamente nuestras obras de justificación quedarán manchadas o pesarán muy
poco delante de Dios, para comprometerlo a unirse a nosotros y escucharnos.
Porque no sin razón nos ha dado Dios Mediadores ante sí
mismo. Vio nuestra indignidad e incapacidad, se apiadó de nosotros, y, para
darnos acceso a sus misericordias, nos proveyó de poderosos mediadores ante su
grandeza. Por tanto, despreocuparte de tales mediadores y acercarte
directamente a la santidad divina, sin recomendación alguna, es faltar a la humildad,
y al respeto debido a un Dios tan excelso y santo, es hacer menos caso de ese
Rey de reyes, del que harías de un soberano o príncipe de la tierra, a quien no
te acercarías sin un amigo que hable por ti.
[84]
Jesucristo es nuestro abogado y mediador de redención ante
el Padre. Por Él debemos orar junto con la Iglesia triunfante y militante. Por Él
tenemos acceso ante la Majestad divina, y sólo apoyados en Él y revestidos de
sus méritos debemos presentarnos ante el Padre, así como el humilde Jacob
compareció ante su padre Isaac, para recibir la bendición, cubierto con pieles
de cabrito.
[85]
Pero ¿no necesitamos, acaso, un mediador ante el mismo
Mediador? ¿Bastará nuestra pureza a unirnos a Él directamente y por nosotros
mismos? ¿No es Él, acaso, Dios igual en todo a su Padre, y, por consiguiente,
el Santo de los santos, tan digno de respeto como su Padre? Si por amor
infinito se hizo nuestro fiador y mediador ante el Padre para aplacarlo y
pagarle nuestra deuda, ¿será esto razón para que tengamos menos respeto para
con su majestad y santidad?
Digamos, pues, abiertamente, con San Bernardo, que
necesitamos un mediador ante el Mediador mismo y que la excelsa María es la más
capaz de cumplir este oficio caritativo. Por Ella vino Jesucristo a nosotros, y
por Ella debemos nosotros ir a Él. Si tememos que ir directamente a Jesucristo-Dios
a causa de su infinita grandeza y de nuestra pequeñez o pecados, imploremos con
filial osadía la ayuda e intercesión de María, nuestra Madre.
Ella es tierna y bondadosa. En Ella no hay nada austero o repulsivo, ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza. No es el sol, que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna, que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.
Ella es tierna y bondadosa. En Ella no hay nada austero o repulsivo, ni excesivamente sublime o deslumbrante. Al verla, vemos nuestra propia naturaleza. No es el sol, que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna, que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.
María es tan caritativa que no rechaza ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues como dicen los santos, jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya sido rechazado. Ella es tan poderosa que sus peticiones jamás han sido desoídas. Basta con presentarse ante su Hijo con alguna súplica, para que Él la acepte y reciba, se deje siempre vencer amorosamente por los pechos, las entrañas y las súplicas de su Madre queridísima.
[86]
Ésta es doctrina sacada de los escritos de San Bernardo y
San Buenaventura. Según ellos, para llegar a Dios tenemos que subir tres
escalones: El primero, más cercano y adaptado a nuestras posibilidades, es María;
el segundo es Jesucristo y el tercero es Dios Padre. Para llegar a Jesucristo
hay que ir a María, nuestra Mediadora de intercesión. Para llegar al Padre hay
que ir al Hijo, nuestro Mediador de redención. Éste es precisamente el orden
que se observa en la forma de devoción de la que hablaré más adelante.
Llevamos el tesoro de las gracias en vasos de
arcilla.
[87]
Es muy difícil, dada nuestra pequeñez y fragilidad,
conservar las gracias y tesoros de Dios, porque:
1º Llevamos este tesoro, más
valioso que el cielo y la tierra, en vasijas de arcilla, en un cuerpo
corruptible, en un alma débil e inconstante que por nada se turba y abate.
[88]
2° Los demonios, ladrones muy
astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos y desvalijarnos. Espían
día y noche el momento favorable para ello. Nos rodean incesantemente para
devorarnos y arrebatarnos en un momento, por un solo pecado, todas las gracias y
méritos logrados en muchos años. Su malicia, su pericia, su astucia y número
deben hacernos temer infinitamente esta desgracia; ya que personas más llenas
de gracia, más ricas en virtudes, más experimentadas y elevadas en santidad que
nosotros, han sido sorprendidas, robadas y saqueadas lastimosamente.
¡Ah! ¡Cuántos cedros del Líbano y estrellas del firmamento
cayeron miserablemente y perdieron en poco tiempo su elevación y claridad!
Y ¿cuál
es la causa? No fue falta de gracia. Que Dios a nadie la niega. Sino ¡falta de
humildad! Se consideraron capaces de conservar sus tesoros. Se fiaron de sí
mismos y se apoyaron en sus propias fuerzas. Creyeron bastante segura su casa, y
suficientemente fuertes sus cofres para guardar el precioso tesoro de la
gracia, y por este apoyo imperceptible en sí mismos, aunque les parecía que se
apoyaban solamente en la gracia de Dios, el Señor, que es la justicia misma,
abandonándolos a sí mismos, permitió que fueran saqueados.
¡Ay! Si hubieran conocido la devoción admirable que a
continuación voy a exponer, habrían confiado su tesoro a una Virgen fiel y
poderosa, y Ella lo habría guardado como si fuera propio, y hasta se habría
comprometido a ello en justicia.
⚜ TOTUS TUUS
Todo tuyo
Totus
tuus ego sum
et omnia
mea tua sunt.
Accípio
te in mea omnia.
Præbe
mihi cor tuum, María!
Soy todo
tuyo
y todo
lo mío es tuyo.
Te recibo
como mi todo.
¡Dame tu
corazón, María!
Bendito y alabado sea Jesucristo.
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