Nota
bene:
Si vas a renovar tu
consagración,
la renovación comienza en esta etapa. Cumpliendo 3 semanas de 6 días. Por eso
San Luis María Grignon de Monfort llama a esta segunda etapa, la primera
semana.
Día 13.
Decimotercero día de la Consagración.
Etapa 2/4:
Seis días para conocerme a mi mismo. 1/6
días.
Durante estos seis días se
emplearán todas sus oraciones y actos de piedad para pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición
de sus pecados y lo harán todo en espíritu de humildad (TVD 228).
Esquema
inicial:
1.
Oraciones iniciales:
-Letanías
del Espíritu Santo (pg 235-237),
-Oh Santa
María de Mares Estrella (Ave Maris
Stella) (289)
-y Letanías lauretanas (231-233)
-y Letanías lauretanas (231-233)
*Si se reza el Rosario con las
letanías, no hace falta repetirlas.
2. Evangelio:
-La triple negación de Pedro (Mc 14, 26-31;66-72)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
-TVD 228; 78-82 (pgs.181-182; pgs. 65-69)
4. Jaculatoria:
- “Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te quiero”
(Jn 21,17)
ORACIONES:
LETANIAS DEL
ESPÍRITU SANTO
Versión
monfortiana para la Consagración.
Señor, ten
piedad. Señor,
ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima
Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Espíritu que procedes del Padre y del Hijo, ten piedad.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación, planeabas
sobre las aguas, ten piedad.
Espíritu por cuya inspiración han hablado los profetas, ten piedad.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ten piedad.
Espíritu
de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento, ten piedad.
Espíritu
de consejo y fortaleza, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad, ten piedad.
Espíritu de temor del Señor, ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad, ten piedad.
Espíritu de temor del Señor, ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ten piedad.
Espíritu
de fe, esperanza, amor y paz, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad, ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme, ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad, ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme, ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ten piedad.
Espíritu
que ruegas por nosotros con gemidos inefables, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos, ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones, ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos, ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones, ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten piedad.
Espíritu
que apareciste en lenguas de fuego sobre los
apóstoles, ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles, ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres, ten piedad.
apóstoles, ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles, ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres, ten piedad.
Muéstrate
propicio, perdónanos, Señor.
Muéstrate propicio, escúchanos, Señor.
Muéstrate propicio, escúchanos, Señor.
De todo
mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de mente y de cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu malo, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de mente y de cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu malo, líbranos, Señor.
Por tu
eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos, Señor.
Por la encarnación de Jesucristo, líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos, líbranos, Señor.
En el día del juicio, líbranos, Señor.
Por la encarnación de Jesucristo, líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos, líbranos, Señor.
En el día del juicio, líbranos, Señor.
Siendo
pecadores, te
rogamos, óyenos.
Para que
así como vivimos por el Espíritu, obremos también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que
seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.
Para que discernamos si los espíritus son de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.
Para que discernamos si los espíritus son de Dios, te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano, te rogamos, óyenos.
Cordero de
Dios que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Oración
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
A
continuación, pedimos a la Santísima Virgen, la gracia de conocernos:
Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
de Dios Madre venerable
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.
Recibiste aquel Ave
de boca de Gabriel:
afiánzanos en paz
cambiando el nombre de Eva.
Suelta las cadenas de los reos,
da luz a los ciegos,
líbranos de nuestros males,
alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre
que reciba de Ti nuestras preces
el que por nosotros nació
y quiso ser Hijo tuyo.
Virgen singular,
entre todas humilde.
Haz que, limpios de culpa,
seamos humildes y castos.
Danos una vida pura,
prepáranos un camino seguro.
para que, viendo a Jesús,
siempre nos alegremos.
Alabanza a Dios Padre,
la suma honra a Cristo
y al Espíritu Santo:
a los Tres un mismo honor. Amén.
Letanías del Santo Rosario
Para
quienes rezamos un Misterio del Rosario todos los días, junto con las letanías
lauretanas, no hace falta que las repitamos.
A
continuación vamos a rezar una variante distinta de las Letanías del Rosario, inspiradas en la "Lumen Gentium
"y en la "Marialis Cultus".
Señor, ten
piedad. Señor, ten
piedad.
Cristo,
ten piedad. Cristo,
ten piedad.
Señor, ten
piedad. Señor, ten
piedad.
Santa
María, ruega por nosotros.
Santa
Madre de Dios, ruega por
nosotros.
Santa
Virgen de las vírgenes, ruega por
nosotros.
Hija
predilecta del Padre, ruega por
nosotros.
Madre de
Cristo Rey, ruega por
nosotros.
Gloria del
Espíritu Santo, ruega por
nosotros.
Virgen
Hija de Sión, ruega por
nosotros.
Virgen
pobre y humilde, ruega por
nosotros.
Virgen
sencilla y obediente, ruega por
nosotros.
Esclava
del Señor, ruega por
nosotros.
Madre del
Señor, ruega por nosotros.
Colaboradora
del Redentor, ruega por
nosotros.
Llena de
gracia, ruega por
nosotros.
Fuente de
hermosura, ruega por
nosotros.
Conjunto
de todas las virtudes, ruega por
nosotros.
Fruto
escogido de la redención, ruega por
nosotros.
Discípula
perfecta de Cristo, ruega por
nosotros.
Imagen
purísima de la Iglesia, ruega por
nosotros.
Mujer
nueva, ruega por nosotros.
Mujer
vestida de sol, ruega por
nosotros.
Mujer
coronada de estrellas, ruega por
nosotros.
Señora
llena de benignidad, ruega por
nosotros.
Señora
llena de clemencia, ruega por
nosotros.
Señora
nuestra, ruega por
nosotros.
Alegría de
Israel, ruega por
nosotros.
Esplendor
de la Iglesia, ruega por
nosotros.
Honor del
género humano, ruega por
nosotros.
Abogada de
la gracia, ruega por
nosotros.
Dispensadora
de la piedad, ruega por
nosotros.
Auxiliadora
del pueblo de Dios, ruega por
nosotros.
Reina de
la caridad, ruega por
nosotros.
Reina de
la misericordia, ruega por
nosotros.
Reina de
la paz, ruega por
nosotros.
Reina de
los ángeles, ruega por
nosotros.
Reina de
los patriarcas, ruega por
nosotros.
Reina de
los profetas, ruega por
nosotros.
Reina de
los apóstoles, ruega por
nosotros.
Reina de
los mártires, ruega por
nosotros.
Reina de
los confesores, ruega por
nosotros.
Reina de
las vírgenes, ruega por
nosotros.
Reina de
todos los Santos, ruega por
nosotros.
Reina
concebida sin pecado original, ruega por
nosotros.
Reina
asunta a los cielos, ruega por
nosotros.
Reina del
mundo, ruega por nosotros.
Reina del
cielo, ruega por nosotros.
Reina del
universo, ruega por
nosotros.
Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos,
Señor.
Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de
Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten
misericordia de nosotros.
Sub
tuum
Bajo tu
amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas nuestras súplicas en nuestras
necesidades;
antes bien, líbranos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.
Ruega por
nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oremos
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros
tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa
intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza
presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Amén.
✠
Santo Evangelio según San Marcos.
Mc 14, 26-31; 66-72
26 Después de cantar el himno,
salieron para el monte de los Olivos.
27 Jesús les dijo: «Todos os
escandalizaréis, como está escrito: “Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas”.
28 Pero cuando resucite, iré
delante de vosotros a Galilea».
29 Pedro le replicó: «Aunque
todos caigan, yo no».
30 Jesús le dice: «En verdad te
digo que hoy, esta misma
noche, antes que el gallo cante
dos veces, tú me habrás negado tres».
31 Pero él insistía: «Aunque
tenga que morir contigo, no te negaré». Y los demás
decían lo mismo.
Negaciones de Pedro
66 Mientras Pedro estaba abajo
en el patio, llega una criada del sumo sacerdote,
67 ve a Pedro calentándose, lo
mira fijamente y dice: «También tú estabas con el Nazareno, con Jesús».
68 Él lo negó diciendo: «Ni sé
ni entiendo lo que dices». Salió fuera al zaguán y un gallo cantó.
69 La criada, al verlo, volvió
a decir a los presentes: «Este es uno de ellos».
70 Pero él de nuevo lo negaba.
Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: «Seguro que eres uno de
ellos, pues eres galileo».
71 Pero él se puso a echar
maldiciones y a jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis».
72 Y enseguida, por segunda
vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús:
«Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.
☧ Palabra del Señor… Gloria a Ti,
Señor Jesús.
⚜
TVD 228; 78-82 pgs.
181-182 ; 65-69
Ave María purísima, sin pecado concebida.
[228]
Durante la primera semana
dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el
conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, haciéndolo todo por
espíritu de humildad.
Podrán meditar, si quieren, lo
dicho antes sobre nuestras malas inclinaciones, y no considerarse durante los
seis días de esta semana más que como caracoles, babosas, sapos, cerdos,
serpientes, machos cabríos; o meditar estos tres pensamientos del Pseudo
Bernardo: "Piensa en lo que fuiste: “un poco de barro; en lo que eres: “un
recipiente de estiércol”; en lo que serás: “pasto de gusanos".
Rogarán a Nuestro Señor y al
Espíritu Santo que los ilumine, diciendo: "¡Señor,
que vea!", o: "¡Que yo te
conozca!", o también: "¡Ven,
Espíritu Santo!"
Y dirán todos los días las
Letanías del Espíritu Santo y la oración señalada en la primera parte de esta
obra.
Recurrirán a la Santísima
Virgen pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de las otras, y para
ello dirán todos los días el himno "Oh Santa María, de Mares
Estrella", y las Letanías de la Santísima Virgen de Loreto.
[77] Pero ¿adónde me lleva la pluma? ¿Por qué
detenerme a probar lo que es evidente? Si alguno no quiere que nos llamemos
esclavos de la Santísima Virgen, ¿qué más da? ¡Hacerte y llamarte esclavo de
Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen! Porque
Jesucristo es el fruto y gloria de María.
Todo esto se realiza de modo
perfecto con la devoción de que te voy a hablar.
Debemos revestirnos del hombre nuevo que es Jesucristo.
[78]
Nuestras mejores acciones
quedan, de ordinario, manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones
que hay en nosotros. Cuando se vierte agua limpia y clara en una vasija que
huele mal, o vino en una garrafa maleada por otro vino, el agua clara y el buen
vino se dañan y toman fácilmente el mal olor.
Del mismo modo, cuando Dios
vierte en nuestra alma, infectada por el pecado original y actual, sus gracias
y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus bienes se deterioran y
dañan ordinariamente a causa de la levadura de malas inclinaciones que el
pecado ha dejado en nosotros. Y nuestras acciones, aún las inspiradas por las
virtudes más sublimes, se resienten de ello.
Es, por tanto, de suma
importancia para alcanzar la perfección que sólo se adquiere por la unión con
Jesucristo liberarnos de lo malo que hay en nosotros. De lo contrario, Nuestro
Señor, que es infinitamente santo y detesta la menor mancha en el alma, nos
rechazará de su presencia y no se unirá a nosotros.
[79]
Para vaciarnos de nosotros
mismos, debemos:
1º Conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas inclinaciones,
nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la salvación, nuestra
debilidad en todo, nuestra continua inconstancia, nuestra indignidad para toda
gracia, y nuestra iniquidad en todo lugar. El pecado de nuestro primer
padre nos perjudicó a todos casi totalmente; nos dejó agriados, engreídos e
infectados como la levadura agria, levanta e infecta toda la masa en que se la
pone.
Nuestros pecados actuales,
mortales o veniales, aunque estén perdonados, han acrecentado la
concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción naturales, y dejado
huellas de maldad en nosotros.
Nuestros cuerpos se hallan tan
corrompidos que el Espíritu Santo los llama cuerpos de pecado, concebidos en
pecado, alimentados en el pecado y capaces de todo pecado. Cuerpos sujetos a
mil enfermedades, que de día en día se corrompen y no engendran sino
corrupción.
Nuestra alma, unida al cuerpo,
se ha hecho tan carnal, que la Biblia la llama carne: "Toda carne se había
corrompido en su proceder".
Tenemos por única herencia el
orgullo y la ceguera en el espíritu, el endurecimiento en el corazón, la
debilidad y la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones
rebeldes y las enfermedades en el cuerpo.
Somos, por naturaleza, más
soberbios que los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más
viles que los machos cabríos, más envidiosos que las serpientes, más glotones
que los cerdos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas,
más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas.
En el fondo no tenemos sino la
nada y el pecado, y sólo merecemos la ira divina y la condenación eterna.
[80]
Siendo ello así, ¿por qué
maravillarnos de que nuestro Señor haya dicho que quien quiera seguirle debe
renunciarse a sí mismo y odiar su propia vida?¿Y que el que ama su alma la
perderá y quien la odia la salvará? Esta infinita Sabiduría que no da
prescripciones sin motivo no nos ordena el odio a nosotros mismos sino porque
somos extremadamente dignos de odio; nada tan digno de amor como Dios, nada tan
dignos de odio como nosotros mismos.
[81]
2o para vaciarnos de nosotros mismos debemos morir
todos los días a nuestro egoísmo, es decir, renunciar a las operaciones
de las potencias del alma y de los sentidos, ver como si no viéramos, oír como
si no oyéramos, servirnos de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos
de ellas. Es lo que San Pablo llama "morir cada día". "Si el
grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo", se vuelve
tierra y no produce buen fruto.
Si no morimos a nosotros mismos
y si nuestras devociones más santas no nos llevan a esta muerte necesaria y
fecunda, no produciremos fruto que valga la pena y nuestras devociones serán
inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán manchadas por el egoísmo y la
voluntad propia; Dios rechazará los mayores sacrificios y las mejores acciones
que ejecutemos; a la hora de la muerte, nos encontraremos con las manos vacías
de virtudes y méritos, y no tendremos ni una chispa de ese amor puro que sólo
se comunica a quienes han muerto a sí mismos, y "cuya vida está
escondida con Cristo en Dios".
[82]
3o Debemos escoger entre las devociones
a la Santísima Virgen la que nos lleva más perfectamente a dicha muerte al
egoísmo, por ser la mejor y más santificadora. Porque no hay que creer que es
oro todo lo que brilla, ni miel todo lo dulce, ni el camino
más fácil y lo que practica la mayoría es lo más eficaz
para la salvación. Así como hay secretos naturales para hacer en poco tiempo,
con pocos gastos y gran facilidad ciertas operaciones naturales, también hay
secretos en el orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y
facilidad, operaciones sobrenaturales: liberarte del egoísmo, llenarte de Dios
y hacerte perfecto.
La práctica que quiero descubrirte
es uno de esos secretos de la gracia ignorado por gran número de cristianos,
conocido de pocos devotos, practicado y saboreado por un número aún menor.
Expongamos la cuarta verdad consecuencia de la tercera antes de abordar dicha
práctica.
⚜TOTUS TUUS
Todo tuyo
Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!
Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!
Bendito y
alabado sea Jesucristo.
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