martes, 7 de marzo de 2017

Día 13. Decimotercera día de la consagracion. Comienza la SEGUNDA ETAPA


Nota bene:
Si vas a renovar tu consagración, la renovación comienza en esta etapa. Cumpliendo 3 semanas de 6 días. Por eso San Luis María Grignon de Monfort llama a esta segunda etapa, la primera semana.

 Día 13.
Decimotercero día de la Consagración.
Etapa 2/4: Seis días para conocerme a mi mismo. 1/6 días.
Durante estos seis días se emplearán todas sus oraciones y actos de piedad para pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados y lo harán todo en espíritu de humildad (TVD 228).

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
-Letanías del Espíritu Santo (pg 235-237),
-Oh Santa María de Mares Estrella (Ave Maris Stella) (289)
-y Letanías lauretanas (231-233)
*Si se reza el Rosario con las letanías, no hace falta repetirlas.
2. Evangelio:
       -La triple negación de Pedro (Mc 14, 26-31;66-72)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
       -TVD 228; 78-82 (pgs.181-182; pgs. 65-69)
4. Jaculatoria:
- “Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te quiero” (Jn 21,17)

ORACIONES:

LETANIAS DEL ESPÍRITU SANTO
Versión monfortiana para la Consagración.

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Espíritu que procedes del Padre y del Hijo, ten piedad.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación, planeabas
sobre las aguas
, ten piedad.
Espíritu por cuya inspiración han hablado los profetas, ten piedad.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ten piedad.  

Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ten piedad.
Espíritu que descendiste sobre María, ten piedad.
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ten piedad.
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ten piedad.
Espíritu de Sabiduría y de entendimiento,
ten piedad.

Espíritu de consejo y fortaleza, ten piedad.
Espíritu de ciencia y de piedad,
ten piedad.
Espíritu de temor del Señor,
ten piedad.
Espíritu de gracia y de misericordia,
ten piedad.
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad,
ten piedad.

Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ten piedad.
Espíritu de humildad y castidad,
ten piedad.
Espíritu de benignidad y mansedumbre,
ten piedad.
Espíritu de gracia multiforme,
ten piedad.
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios,
ten piedad.


Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inefables, ten piedad. 
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
ten piedad.
Espíritu en el cual renacemos,
ten piedad.
Espíritu que difundes la caridad en nuestros corazones,
ten piedad.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
ten piedad.

Espíritu que apareciste en lenguas de fuego sobre los
apóstoles,
ten piedad.
Espíritu con el cual fueron colmados los apóstoles,
ten piedad.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como tú
quieres,
ten piedad.

Muéstrate propicio, perdónanos, Señor.
Muéstrate propicio,
escúchanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado,
líbranos, Señor.
De las tentaciones e insidias del demonio,
líbranos, Señor.
De toda presunción y desesperación,
líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida,
líbranos, Señor.
De la obstinación y la impenitencia,
líbranos, Señor.
De la impureza de mente y de cuerpo,
líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación,
líbranos, Señor.
De todo espíritu malo,
líbranos, Señor.  

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos, Señor.
Por la encarnación de Jesucristo,
líbranos, Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
líbranos, Señor.
Por tu advenimiento sobre los discípulos,
líbranos, Señor.
En el día del juicio,
líbranos, Señor.  

Siendo pecadores, te rogamos, óyenos.


Para que así como vivimos por el Espíritu, obremos también por el Espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos templo del Espíritu, no nos profanemos, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el Espíritu, dominemos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Para que no contristemos al Espíritu Santo de Dios, te rogamos, óyenos.

Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todos los espíritus, te rogamos, óyenos.
Para que discernamos si los espíritus son de Dios,
te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud,
te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes con tu Espíritu soberano,
te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.

Oración
Asístanos Señor, con la fuerza del Espíritu Santo, a fin de que purifique nuestros corazones y nos preserve de todo mal.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

A continuación, pedimos a la Santísima Virgen, la gracia de conocernos:

Ave Maris Stella
Salve, del mar Estrella,
de Dios Madre venerable
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.

Recibiste aquel Ave
de boca de Gabriel:
afiánzanos en paz
cambiando el nombre de Eva.

Suelta las cadenas de los reos,
da luz a los ciegos,
líbranos de nuestros males,
alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres nuestra Madre
que reciba de Ti nuestras preces
el que por nosotros nació
y quiso ser Hijo tuyo.

Virgen singular,
entre todas humilde.
Haz que, limpios de culpa,
seamos humildes y castos.

Danos una vida pura,
prepáranos un camino seguro.
para que, viendo a Jesús,
siempre nos alegremos.

Alabanza a Dios Padre,
la suma honra a Cristo
y al Espíritu Santo:
a los Tres un mismo honor. Amén.

Letanías del Santo Rosario
Para quienes rezamos un Misterio del Rosario todos los días, junto con las letanías lauretanas, no hace falta que las repitamos.
A continuación vamos a rezar una variante distinta de las Letanías del Rosario, inspiradas en la "Lumen Gentium "y en la "Marialis Cultus".

Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros.

Hija predilecta del Padre, ruega por nosotros.
Madre de Cristo Rey, ruega por nosotros.
Gloria del Espíritu Santo, ruega por nosotros.

Virgen Hija de Sión, ruega por nosotros.
Virgen pobre y humilde, ruega por nosotros.
Virgen sencilla y obediente, ruega por nosotros.

Esclava del Señor, ruega por nosotros.
Madre del Señor, ruega por nosotros.
Colaboradora del Redentor, ruega por nosotros.

Llena de gracia, ruega por nosotros.
Fuente de hermosura, ruega por nosotros.
Conjunto de todas las virtudes, ruega por nosotros.

Fruto escogido de la redención, ruega por nosotros.
Discípula perfecta de Cristo, ruega por nosotros.
Imagen purísima de la Iglesia, ruega por nosotros.

Mujer nueva, ruega por nosotros.
Mujer vestida de sol, ruega por nosotros.
Mujer coronada de estrellas, ruega por nosotros.

Señora llena de benignidad, ruega por nosotros.
Señora llena de clemencia, ruega por nosotros.
Señora nuestra, ruega por nosotros.

Alegría de Israel, ruega por nosotros.
Esplendor de la Iglesia, ruega por nosotros.
Honor del género humano, ruega por nosotros.

Abogada de la gracia, ruega por nosotros.
Dispensadora de la piedad, ruega por nosotros.
Auxiliadora del pueblo de Dios, ruega por nosotros.

Reina de la caridad, ruega por nosotros.
Reina de la misericordia, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.

Reina de los ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los profetas, ruega por nosotros.

Reina de los apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los mártires, ruega por nosotros.
Reina de los confesores, ruega por nosotros.

Reina de las vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.

Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta a los cielos, ruega por nosotros.

Reina del mundo, ruega por nosotros.
Reina del cielo, ruega por nosotros.
Reina del universo, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

Sub tuum
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios;
no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades;
antes bien, líbranos de todos los peligros,
Virgen gloriosa y bendita.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos
Te rogamos, Señor, que nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.


Santo Evangelio según San Marcos.
Mc 14, 26-31; 66-72
26 Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.
27 Jesús les dijo: «Todos os escandalizaréis, como está escrito: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”.
28 Pero cuando resucite, iré delante de vosotros a Galilea».
29 Pedro le replicó: «Aunque todos caigan, yo no».
30 Jesús le dice: «En verdad te digo que hoy, esta misma
noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres».
31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré». Y los demás
decían lo mismo.
Negaciones de Pedro
66 Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llega una criada del sumo sacerdote,
67 ve a Pedro calentándose, lo mira fijamente y dice: «También tú estabas con el Nazareno, con Jesús».
68 Él lo negó diciendo: «Ni sé ni entiendo lo que dices». Salió fuera al zaguán y un gallo cantó.
69 La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes: «Este es uno de ellos».
70 Pero él de nuevo lo negaba. Al poco rato, también los presentes decían a Pedro: «Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo».
71 Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: «No conozco a ese hombre del que habláis».
72 Y enseguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar.

Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 228; 78-82 pgs. 181-182 ; 65-69
Ave María purísima, sin pecado concebida.
[228]
Durante la primera semana  dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, haciéndolo todo por espíritu de humildad.

Podrán meditar, si quieren, lo dicho antes sobre nuestras malas inclinaciones, y no considerarse durante los seis días de esta semana más que como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes, machos cabríos; o meditar estos tres pensamientos del Pseudo Bernardo: "Piensa en lo que fuiste: “un poco de barro; en lo que eres: “un recipiente de estiércol”; en lo que serás: “pasto de gusanos".

Rogarán a Nuestro Señor y al Espíritu Santo que los ilumine, diciendo: "¡Señor, que vea!", o: "¡Que yo te conozca!", o también: "¡Ven, Espíritu Santo!"

Y dirán todos los días las Letanías del Espíritu Santo y la oración señalada en la primera parte de esta obra.

Recurrirán a la Santísima Virgen pidiéndole esta gracia, que debe ser el fundamento de las otras, y para ello dirán todos los días el himno "Oh Santa María, de Mares Estrella", y las Letanías de la Santísima Virgen de Loreto.

[77]  Pero ¿adónde me lleva la pluma? ¿Por qué detenerme a probar lo que es evidente? Si alguno no quiere que nos llamemos esclavos de la Santísima Virgen, ¿qué más da? ¡Hacerte y llamarte esclavo de Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen! Porque Jesucristo es el fruto y gloria de María.

Todo esto se realiza de modo perfecto con la devoción de que te voy a hablar.

Debemos revestirnos del hombre nuevo que es Jesucristo.
[78]
Nuestras mejores acciones quedan, de ordinario, manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones que hay en nosotros. Cuando se vierte agua limpia y clara en una vasija que huele mal, o vino en una garrafa maleada por otro vino, el agua clara y el buen vino se dañan y toman fácilmente el mal olor.

Del mismo modo, cuando Dios vierte en nuestra alma, infectada por el pecado original y actual, sus gracias y rocíos celestiales o el vino delicioso de su amor, sus bienes se deterioran y dañan ordinariamente a causa de la levadura de malas inclinaciones que el pecado ha dejado en nosotros. Y nuestras acciones, aún las inspiradas por las virtudes más sublimes, se resienten de ello.

Es, por tanto, de suma importancia para alcanzar la perfección que sólo se adquiere por la unión con Jesucristo liberarnos de lo malo que hay en nosotros. De lo contrario, Nuestro Señor, que es infinitamente santo y detesta la menor mancha en el alma, nos rechazará de su presencia y no se unirá a nosotros.

[79]
Para vaciarnos de nosotros mismos, debemos:

1º Conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas inclinaciones, nuestra incapacidad para todo bien concerniente a la salvación, nuestra debilidad en todo, nuestra continua inconstancia, nuestra indignidad para toda gracia, y nuestra iniquidad en todo lugar. El pecado de nuestro primer padre nos perjudicó a todos casi totalmente; nos dejó agriados, engreídos e infectados como la levadura agria, levanta e infecta toda la masa en que se la pone.

Nuestros pecados actuales, mortales o veniales, aunque estén perdonados, han acrecentado la concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción naturales, y dejado huellas de maldad en nosotros.

Nuestros cuerpos se hallan tan corrompidos que el Espíritu Santo los llama cuerpos de pecado, concebidos en pecado, alimentados en el pecado y capaces de todo pecado. Cuerpos sujetos a mil enfermedades, que de día en día se corrompen y no engendran sino corrupción.

Nuestra alma, unida al cuerpo, se ha hecho tan carnal, que la Biblia la llama carne: "Toda carne se había corrompido en su proceder".

Tenemos por única herencia el orgullo y la ceguera en el espíritu, el endurecimiento en el corazón, la debilidad y la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las enfermedades en el cuerpo.

Somos, por naturaleza, más soberbios que los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más viles que los machos cabríos, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los cerdos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas.

En el fondo no tenemos sino la nada y el pecado, y sólo merecemos la ira divina y la condenación eterna.

[80]
Siendo ello así, ¿por qué maravillarnos de que nuestro Señor haya dicho que quien quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo y odiar su propia vida?¿Y que el que ama su alma la perderá y quien la odia la salvará? Esta infinita Sabiduría que no da prescripciones sin motivo no nos ordena el odio a nosotros mismos sino porque somos extremadamente dignos de odio; nada tan digno de amor como Dios, nada tan dignos de odio como nosotros mismos.

[81]
2o para vaciarnos de nosotros mismos debemos morir todos  los días a nuestro egoísmo, es decir, renunciar a las operaciones de las potencias del alma y de los sentidos, ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos, servirnos de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de ellas. Es lo que San Pablo llama "morir cada día". "Si el grano de trigo cae en tierra y no muere, queda infecundo", se vuelve tierra y no produce buen fruto.

Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos llevan a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto que valga la pena y nuestras devociones serán inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán manchadas por el egoísmo y la voluntad propia; Dios rechazará los mayores sacrificios y las mejores acciones que ejecutemos; a la hora de la muerte, nos encontraremos con las manos vacías de virtudes y méritos, y no tendremos ni una chispa de ese amor puro que sólo se comunica a  quienes han muerto a sí mismos, y "cuya vida está escondida con Cristo en Dios".

[82]
3o Debemos escoger  entre  las devociones a la Santísima Virgen la que nos lleva más perfectamente a dicha muerte al egoísmo, por ser la mejor y más santificadora. Porque no hay que creer que es oro todo lo que brilla, ni miel todo lo dulce, ni  el  camino  más  fácil  y  lo  que practica la mayoría es lo más eficaz para la salvación. Así como hay secretos naturales para hacer en poco tiempo, con pocos gastos y gran facilidad ciertas operaciones naturales, también hay secretos en el orden de la gracia para realizar en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales: liberarte del egoísmo, llenarte de Dios y hacerte perfecto.

La práctica que quiero descubrirte es uno de esos secretos de la gracia ignorado por gran número de cristianos, conocido de pocos devotos, practicado y saboreado por un número aún menor. Expongamos la cuarta verdad consecuencia de la tercera antes de abordar dicha práctica.

TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

 


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