lunes, 6 de marzo de 2017

Día 12. Duodécimo día de la consagración


Día 12. Duodécimo día de la Consagración.
Primera etapa: vaciarse del espíritu del mundo contrario a Jesucristo. 12/12 días.

Esquema inicial.

1. Oraciones iniciales:
-Ven Creador Espíritu (pg 290),
-Oh Santa María de Mares Estrella (289) y
-Magnificat (287-288)

2. Lectura orante correspondiente al día(pg. 261)
Leer con atención y provecho.

Día 12:
-Jesús expulsa del Templo a los mercaderes (Jn 2, 13-22)
-TVD 97-100 (pgs. 80-83)
 
3. Jaculatoria 
“No soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mi” (Gal. 2,20)

Oraciones iniciales:

PERO ANTES NOS PONEMOS EN LAS MANOS DEL ESPÍRITU SANTO:

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Veni, Sancte Spíritus
Secuencia de Pentecostés

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
      
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén

VEN ESPÍRITU SANTO, VEN POR MARÍA
VENI SANCTE SPÍRITUS, VENI PER MARÍAM

Nos hacemos como niños y cogemos la mano de la Madre que nos llevará a su Hijo:

AVE MARIS STELLA
Salve Estrella del mar,
Santa Madre de Dios
y siempre Virgen,
feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos,
aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre:
reciba nuestras súplicas por medio de Ti,
aquel que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.

Oh Virgen incomparable!
¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro;
para que, viendo a Jesús,
nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano
y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén.

MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en principio ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Evangelio según San Juan
Juan 2, 13-22


Purificación del templo y estancia en Jerusalén
13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14 Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y,
15 haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas;
16 y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
17 Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
18 Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
19 Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
20 Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
22 Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 97-100 pgs. 80-83
Ave María purísima, sin pecado concebida.
Los devotos presuntuosos
[97]
Los devotos presuntuosos son pecadores aletargados en sus pasiones o amigos de lo mundano. Bajo el hermoso nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen esconden el orgullo, la avaricia, la lujuria, la embriaguez, el perjurio, la maledicencia o la injusticia, etc.; duermen pacíficamente en sus costumbres perversas, sin hacerse mucha violencia para corregirse, confiados en que son devotos de la Santísima Virgen; se prometen a sí mismos que Dios les perdonará, que no morirán sin confesión ni se condenarán, porque rezan el Rosario, ayunan los sábados, pertenecen a la Cofradía del Santo Rosario, a la del Escapulario u otras congregaciones, llevan el Hábito o la cadenilla de la Santísima Virgen, etc.

Cuando se les dice que su devoción no es sino ilusión diabólica y perniciosa presunción, capaz de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que Dios es bondad y misericordia, que no nos ha creado para la perdición, que no hay hombre que no peque, que no morirán sin Confesión, que basta un buen "¡Señor, pequé!" a la hora de la muerte. Y añaden que son devotos de la Santísima Virgen, que llevan el Escapulario, que todos los días rezan puntual y humildemente siete Padrenuestros y Avemarías en su honor y algunas veces el Rosario o el Oficio de la Santísima Virgen, que ayunan, etc.

Para confirmar sus palabras y enceguecerse aún más, alegan hechos verdaderos o falsos, poco importa que han oído o leído, en que se asegura que personas muertas en pecado mortal y sin Confesión, gracias a que durante su vida rezaron algunas oraciones o cumplieron algunas devociones en honor de la Virgen, resucitaron para confesarse, o su alma permaneció milagrosamente en el cuerpo hasta que se confesaron, o a la hora de la muerte obtuvieron de Dios, por la misericordia de la Santísima Virgen, el perdón y la salvación. ¡Ellos esperan correr la misma suerte!

[98]
Nada en el cristianismo es tan perjudicial a las gentes, como esta presunción diabólica. Porque ¿cómo puede alguien decir, con verdad, que ama y honra a la Santísima Virgen, mientras que con sus pecados hiere, traspasa, crucifica y ultraja despiadadamente a Jesucristo, su Hijo? Si María se obligara a salvar por su misericordia a  esta  clase de personas, ¡autorizaría el pecado y ayudaría a crucificar a su Hijo! Y esto, ¿quién osaría siquiera pensarlo?

[99]
Protesto que abusar así de la devoción a la Santísima Virgen, devoción que, después de la que se tiene a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, es la más santa y sólida de todas, constituye un horrible sacrilegio: el mayor y menos digno de perdón después de la Comunión sacrílega.

Confieso que para ser verdadero devoto de la Santísima Virgen no es absolutamente necesario que seas tan santo, que llegues a evitar todo pecado, aunque esto sería lo más deseable. Pero es preciso al menos (¡nota bien lo que digo!):

1o mantenerte sinceramente resuelto a evitar, por lo menos, todo pecado mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo;

2° violentarte para evitar el pecado;

3° inscribirte en las cofradías, rezar los cinco o los veinte misterios del Rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.

[100]
Todas estas buenas obras son maravillosamente útiles, para lograr la conversión de los pecadores, por endurecidos que estén. Y si tú, lector, fueras uno de ellos, aunque ya tuvieras un pie en el abismo..., te las aconsejo,  a condición de  que las realices con la única intención de alcanzar de Dios por intercesión de la Santísima Virgen la gracia de la contrición y el perdón de tus pecados, y vencer tus hábitos malos, y no para permanecer tranquilamente en estado de pecado, no obstante (nos ayudará) los remordimientos de la conciencia, el ejemplo de Jesucristo y de los santos, y las máximas del santo Evangelio.


TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

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