martes, 14 de marzo de 2017

20.Vigésimo día de la consagración


Día 20. Vigésimo día de la Consagración

Seis días para conocer
a la santísima virgen María
2/6 días.

Durante la segunda semana se dedicarán en todas sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen. Pedirán ese conocimiento al Espíritu Santo. (TVD 229)

Esquema inicial:
1. Oraciones iniciales:
- Letanías del Espíritu Santo (pg. 235-237),
- Ave Maris Stella (pg.289)
- Santo Rosario (novedad)
2. Evangelio:
- La Virgen María visita a Isabel (Lc. 1,39-56)
3. Tratado de la Verdadera Devoción:
- TVD 109-110
4. Jaculatoria:
- “¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?”. 
Lc 1, 38



Lecturas correspondientes a cada día:
Consejo: Leer o escuchar con atención, evitando en la medida de lo posible, toda distracción. Es aconsejable acompañarlo de pausas  para favorecer la meditación:



Santo Evangelio según San Lucas.  
(Lc 1, 39-56)

39 En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá;  
40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  
41 Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo 
 42 y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!  
43 ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 
 44 Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.  
45 Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
46 María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47 se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
48 porque ha mirado la humildad de su esclava. | Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
49 porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: | su nombre es santo,
50 y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
51 Él hace proezas con su brazo: | dispersa a los soberbios de corazón,
52 derriba del trono a los poderosos | y enaltece a los humildes,
53 a los hambrientos los colma de bienes | y a los ricos los despide vacíos.
54 Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
55 —como lo había prometido a nuestros padres— | en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
56 María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.

Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 109-110

Ave María purísima, sin pecado concebida.
Devoción constante.
[109]
La verdadera devoción a la Santísima Virgen es constante. Te consolida en el bien y hace que no abandones fácilmente las prácticas de devoción. 

Te anima para que puedas oponerte a lo mundano y sus costumbres y máximas; a lo carnal y sus molestias y pasiones; al diablo y sus tentaciones. De suerte que, si eres verdaderamente devoto de la Santísima Virgen, huirán de ti la veleidad, la melancolía, los escrúpulos y la cobardía.

Lo que no quiere decir que no caiga algunas veces ni experimentes cambios en tu devoción sensible. Pero, si caes, te levantarás tendiendo la mano a tu bondadosa Madre; si pierdes el gusto y la devoción sensibles, no te acongojarás por ello. Porque el justo y fiel devoto de María vive de la fe de Jesús y de María, y no de los sentimientos corporales.

Devoción desinteresada.
[110]

Por último, la verdadera devoción a la Santísima Virgen es desinteresada. Es decir, te inspirará no buscarte a ti mismo, sino sólo a Dios en su Santísima Madre. El verdadero devoto de María no sirve a esta augusta Reina por espíritu de lucro o interés ni por su propio bien temporal o eterno, corporal o espiritual, sino únicamente porque Ella merece ser servida y sólo Dios en Ella. Ama a María, pero no por los favores que recibe o espera recibir de Ella, sino porque Ella es amable. Por eso la ama con la misma fidelidad en los sinsabores y sequedades que en las dulzuras y fervores sensibles. La ama lo mismo en el Calvario que en las bodas de Caná.

¡Ah! ¡Cuán agradable y precioso es delante de Dios y de su Santísima Madre el devoto de María que no se busca a sí mismo en los servicios que le presta! Pero ¡qué pocos hay así! Para que no sea tan reducido ese número, estoy  escribiendo lo que  durante tantos años he enseñado en mis misiones públicas y privadamente con no escaso fruto.


TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

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