jueves, 2 de marzo de 2017

Día 8. Octavo día de la consagración


Día 8. Octavo día de la Consagración.
Primera etapa: vaciarse del espíritu del mundo contrario a Jesucristo. 8/12 días.

Esquema inicial.

1. Oraciones iniciales:
-Ven Creador Espíritu (pg 290),
-Oh Santa María de Mares Estrella (289) y
-Magnificat (287-288)

2. Lectura orante correspondiente al día(pg. 259)
Leer con atención y provecho.

Día 8:
-El buen samaritano (Lc 10, 25-37)
-TVD 144-150 (pgs. 114-118)
 
3. Jaculatoria 
“Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,39)

Oraciones iniciales:

PERO ANTES NOS PONEMOS EN LAS MANOS DEL ESPÍRITU SANTO:

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Veni, Sancte Spíritus
Secuencia de Pentecostés

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
      
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén

VEN ESPÍRITU SANTO, VEN POR MARÍA
VENI SANCTE SPÍRITUS, VENI PER MARÍAM

Nos hacemos como niños y cogemos la mano de la Madre que nos llevará a su Hijo:

AVE MARIS STELLA
Salve Estrella del mar,
Santa Madre de Dios
y siempre Virgen,
feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos,
aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre:
reciba nuestras súplicas por medio de Ti,
aquel que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.

Oh Virgen incomparable!
¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro;
para que, viendo a Jesús,
nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano
y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén.

MAGNÍFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí.
Su nombre es Santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel su siervo,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en principio ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Evangelio según San Lucas
Lucas 10, 25-37

El mandamiento mayor
25 En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
26 Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». 
27 Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo».
28 Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
29 Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».
30 Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
31 Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo.
32 Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció,
34 y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó.
35 Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.
36¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
37 Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
Palabra del Señor… Gloria a Ti, Señor Jesús.

TVD 144-150 pgs.114-118
Ave María purísima, sin pecado concebida.



Nos alcanza la protección maternal de María
[144]
La Santísima Virgen es Madre de dulzura y misericordia, y jamás se deja vencer en amor y generosidad. Viendo que te has entregado totalmente a Ella, para honrarla y servirla, y te has despojado de cuanto más amas para adornarla, se entrega también a ti plenamente y en forma inefable. Hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, etc.; se constituye tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús.

Por último, dado que como consagrado perteneces totalmente a María, también Ella te pertenece en plenitud. De suerte que, en cuanto perfecto servidor e hijo de María, puedes repetir lo que dijo de sí mismo el evangelista San Juan: "El discípulo la tuvo en su casa" como su único bien.

[145]
Este comportamiento, observado con fidelidad, produce en tu alma gran desconfianza, desprecio y aborrecimiento de ti mismo, y, a la vez, inmensa confianza y total entrega en manos de la Santísima Virgen, tu bondadosa Señora.

Como consagrado a Ella, no te apoyarás ya en tus propias disposiciones, intenciones, méritos, virtudes y buenas obras. En efecto, lo has sacrificado todo a Jesucristo, por medio de esta Madre bondadosa. Por ello, ya no te queda otro tesoro, y éste ya no es tuyo, en donde estén todos tus bienes que María. Esto te llevará a acercarte a Nuestro Señor sin temor servil ni escrúpulos y rogarle con toda confianza, y te hará participar en los sentimientos del piadoso y sabio abad Ruperto, quien, aludiendo a la victoria de Jacob sobre un Ángel, dirige a la Santísima Virgen estas hermosas palabras: "¡Oh María, princesa mía y Madre inmaculada del Hombre-Dios, Jesucristo!,  deseo  luchar  con este Hombre que es el Verbo de Dios, armado no con mis méritos, sino con los tuyos".

¡Oh! ¡Qué poderosos y fuertes somos ante Jesucristo cuando estamos armados con los méritos e intercesión de la digna Madre de Dios, quien según palabras de Ambrosio Autpert venció amorosamente al Todopoderoso!

[146]
Por esta devoción entregamos a Nuestro Señor,  por  manos  de  su  Madre Santísima, todas nuestras buenas obras. Esta bondadosa Señora las purifica, embellece, presenta a Jesucristo y hace que su Hijo las acepte.

1° Las purifica de toda mancha de egoísmo y del apego, aún imperceptible, que se desliza insensiblemente en las mejores acciones. Tan pronto como llegan a sus manos purísimas y fecundas, esas manos jamás estériles ni ociosas, y que purifican todo cuanto tocan, limpian en lo que le ofrecemos, todo lo que tenga de impuro o imperfecto.

[147]
2o Las embellece, adornándolas con sus méritos y virtudes. Pensemos en un labrador, cuya única riqueza fuera una manzana, y que deseara  granjearse la simpatía y benevolencia del rey. ¿Qué podría hacer? Acudir a la reina y presentarle la manzana, para que ella la ofrezca al soberano.
La reina acepta el modesto regalo, coloca la manzana en una grande y hermosa bandeja de oro, y la presenta al rey en nombre del labrador. En esta forma, la manzana, de suyo indigna de ser presentada al soberano, se convierte en un obsequio digno de su Majestad, gracias a la bandeja de oro y a la persona que la entrega.

[148]
3o María presenta esas buenas obras a Jesucristo, no reserva para sí nada de lo que se le ofrece; todo lo presenta fielmente a Jesucristo. Si la alabas y glorificas, inmediatamente Ella alaba y glorifica a Jesús. Si la  ensalzas y bendices, Ella como cuando Santa Isabel la alabó entona su cántico: "Proclama mi alma la grandeza del Señor".

[149]
4o Por insignificante y pobre que sea para Jesucristo, Rey de reyes y Santo de los santos, el don que le presentas, María hace que Él acepte tus buenas obras.

Pero quien por su cuenta, y apoyado en su propia destreza y habilidad, lleva algo a Jesucristo, debe recordar que Él examina el obsequio, y muchas veces lo rechaza por hallarlo manchado de egoísmo, lo mismo que en otro tiempo, rechazó los sacrificios de los judíos por estar llenos de voluntad propia.

Pero si, al presentar algo a Jesús, lo ofreces por las manos puras y virginales de su Madre amadísima, lo coges por su flanco, si me permites la expresión. Él no mirará tanto el don que le ofreces, cuanto a su bondadosa Madre que se lo presenta, ni considerará tanto la procedencia del don, cuanto a Aquella que se lo ofrece. Del mismo modo, María jamás rechazada, y siempre recibida por su Hijo, hace que su Majestad acepte con agrado cuanto le ofrezcas, grande o pequeño; basta que María lo presente, para que Jesús lo acepte y se complazca en el obsequio.

El gran consejo que San Bernardo daba a aquellos que dirigía a la perfección era éste: "Si quieres ofrecer algo a Dios, procura presentarlo por las manos agradabilísimas y dignísimas de María, si no quieres ser rechazado".

[150]
¿No es esto, lo que la misma naturaleza inspira a los pequeños, respecto a los grandes, como hemos visto? ¿Por qué no habría de enseñarnos la gracia a observar la misma conducta para con Dios, infinitamente superior a nosotros y ante quienes somos menos que átomos? Tanto más teniendo como tenemos una abogada tan poderosa, que jamás ha sido desairada; tan inteligente, que conoce  todos  los  secretos para conquistar el corazón de Dios;  tan buena y caritativa, que no rechaza a nadie por pequeño o malvado que sea.

Más adelante expondré la historia de Jacob y Rebeca, la figura verdadera de lo que voy diciendo.


TOTUS TUUS
Todo tuyo

Totus tuus ego sum
et omnia mea tua sunt.
Accípio te in mea omnia.
Præbe mihi cor tuum, María!

Soy todo tuyo
y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, María!

Bendito y alabado sea Jesucristo.

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